No sonreír envejece más el rostro

El neurocientífico finlandés Lauri Nummenmaa, sostiene que cada emoción deja una huella física en nuestro cuerpo, entre ellas, en el rostro. Y de acuerdo con el científico californiano Paul Ekman somos capaces de manifestar más de 10.000 microgestos faciales asociados a una emoción y todas ellas dejan su marca en forma de arrugas. Para colmo, según Natalie Broussard, directora de comunicación científica de Shiseido, las cremas funcionan peor en pieles estresadas. 

“La investigación ha demostrado que la piel estresada pierde su capacidad de interactuar con el cerebro. Sus 800.000 receptores sensoriales originales se reducen, su estado de alerta disminuye y las fibras nerviosas responsables de transmitir señales comienzan a disminuir su velocidad. La piel se vuelve menos receptiva, reacciona menos a los estímulos y se vuelve más vulnerable a las tensiones internas y externas. Como resultado, tiene cada vez más dificultades para asimilar los ingredientes activos de los tratamientos”, asegura.

Otro dato interesante es que las emociones negativas envejecen más que las positivas. “El mal humor, además de alterar el organismo, dibuja en el rostro más líneas de expresión, y las arrugas de la pena o el enfado son menos favorecedoras que las de la alegría. Solemos tensar el músculo de las cejas y estrechar los labios, marcando las líneas que rodean la boca”, cuenta la doctora Raquel Fernández de Castro Ysalguez, directora médica de la clínica Fercasy. “Las arrugas verticales son las que añaden años, y además afean más el rostro que otras, como las patas de galo, que son percibidas como atractivas”, añade. “Antes de entregarnos a la ira, paremos a pensar en los daños que los enfados provocan en la piel como el ceño fruncido, el enrojecimiento del rostro (el sistema circulatorio empieza a funcionar más rápido) y la dermatitis (que responde a la inflamación y a la resequedad de la dermis). De modo que, a enfadarse menos y sonreír más".