
Un par de caricaturas sobre el avión caído en el Sinaí encendió la ira de los rusos. Siempre hemos considerado a Charlie Hebdó como una productora de humor de mal gusto (es nuestro criterio). Refleja mentes creativas bastante distorsionadas, aberradas, y la risa que provoca, sin dudas, no es sana la mayoría de las veces.
Si en el momento de la masacre Humor Sapiens se adhirió públicamente a la campaña "YO SOY CHARLIE", fue porque estábamos convencidos -y lo seguimos estando-, de que allí se atentó contra la libertad de expresión, que es la esencia misma del humor. Pero no porque defendiéramos -ni mucho menos-, el humor que hacen ellos.
Claro, si los rusos se sienten ofendidos, agredidos, humillados, tienen todo el derecho del mundo de demandarlos o de hacer otra gestión civilizada, en los marcos posibles de la democracia, y luchar -si quieren-, por eliminar o sancionar a esos humoristas de Charlie Hebdó. Pero lo que no pueden hacer es callarlos a la fuerza, como trataron de hacer los salvajes yihadistas.
Y ojalá que la gente consuma menos ese tipo de humor desagradable, porque mientras tengan seguidores, habrá más Charlie Hebdó y habrá más gente ofendida, porque aunque no nos guste, repetimos, tienen derecho a seguir.
"Crear, pensar y vivir con humor".