Ay, humor, ay, humor | Muere Francisco Ibáñez: Mortadelo y Filemón se quedan huérfano

Félix Caballero Wangüemert
Escritor, humorista, periodista.
Ay, humor, ay, humor Muere Francisco Ibáñez: Mortadelo y Filemón se quedan huérfano

Article in English

 

El pasado 15 de julio murió Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936), uno de los grandes autores del tebeo en España, cuyos personajes forman parte de la memoria emocional de muchas generaciones, pero también de la cultura popular del país, por su capacidad de trascender el propio género. Ibáñez es el padre de “Mortadelo y Filemón” una serie que alcanzó una popularidad extraordinaria en España y en otros países, instalándose definitivamente en la élite del cómic europeo –a la par que “Tintín” (Hergé), “Astérix y Obélix” (Goscinny y Uderzo), “Lucky Luke” (Morris), “Corto Maltés” (Hugo Pratt), “Spirou” (Rob-Vel y André Franquin) o “Titeuf” (Zep)– desde que en 1969 estos dos superagentes patososos pasaron a protagonizar álbumes monográficos con historias largas.

Tebeo es el término utilizado tradicionalmente en España para designar a las publicaciones de historieta, definida por la RAE como “serie de dibujos que constituyen un relato cómico, fantástico, de aventuras, etc., con texto o sin él, y que puede ser una simple tira en la prensa, una o varias páginas, o un libro”. La palabra procede de TBO, la cabecera de la revista (1917-1998) que consolidó el género en España. En otros países recibe el nombre de quadrinhos, banda dessinée, fumetti, manga o comic. Este último, de origen anglosajón, se ha impuesto internacionalmente desde los años sesenta. También en España, donde tebeo quedó relegado a las historietas dirigidas al público infantil. Por otro lado, hoy en día cómic tiene un serio competidor en novela gráfica, denominación que parece que le da al género una categoría superior que no necesita, pues –a pesar de aquellos que siempre lo han minusvalorado– nunca ha sido un género menor. No en vano, es conocido como el noveno arte (el séptimo es el cine y el octavo la fotografía, ya se sabe).

Ibáñez ha sido el rey del tebeo o la historieta en español durante los últimos sesenta años y también un gran maestro del humor, al que además recuerdo siempre risueño, sin perder en ningún momento la sonrisa, incluso cuando se sometía a jornadas maratonianas de doce horas firmando a sus lectores ejemplares de sus obras en alguna feria del libro –y dibujándoles un Mortadelo o algún otro de sus famosos personajes–.

Publicó su primer dibujo en 1947 en la revista Chicos, cuando él mismo no era más que un chiquillo de once años. En 1952 comenzó a colaborar en diversas revistas de historietas, actividad a la que se dedicó en exclusiva desde 1957, año en que se integró en el equipo de la mítica editorial Bruguera de Barcelona, responsable de inolvidables tebeos como Pulgarcito, DDT o Tío Vivo. Ibáñez fue uno de los dibujantes más famosos de la Escuela Bruguera –en concreto, de su segunda generación–, a la que también pertenecieron Cifré, Escobar o Peñarroya –los tres de la primera– y Gin, Nadal, Raf o Segura –de la segunda–, además de Vázquez, al que los investigadores dudan en cuál de las dos incluirlo.

En 1958, con veinte años de edad, creó para Pulgarcito “Mortadelo y Filemón”, su serie más exitosa. Estos dos disparatados agentes de la TIA –Técnicos en Investigación Aeroterráquea, parodia de la CIA– pronto entusiasmaron a pequeños y grandes, especialmente Mortadelo, dotado de una asombrosa capacidad para camuflarse.

A partir de 1969 pasaron a protagonizar álbumes monográficos con historias largas de más de cincuenta páginas, como los grandes personajes del cómic europeo de la época, lo que acabó por ponerlos al mismo nivel que estos. Estos álbumes fueron traducidos a varios idiomas y publicados en Europa con nombres diferentes, como “Clever & Smart” en alemán o “Mort & Phil” en inglés. Las ediciones españolas se han vendido además en muchos países hispanoamericanos.

La primera historia larga fue El sulfato atómico (1969), considerada también una de los mejores. Me acuerdo de mí mismo leyéndola en mi casa con unos diez años de edad y de cómo me impactó, acostumbrado, como estaba, a leer en TBO, Pulgarcito o DDT historietas de una, dos o a lo sumo cuatro páginas. La popularidad de esta singular pareja ha sido tal que han dado lugar, además de a varias películas de animación, a dos largometrajes cinematográficos con actores reales, producidos en 2003 y 2008, con Pepe Viyuela en el papel de Filemón en los dos y Benito Pocino y Edu Soto en el de Mortadelo.

Ibáñez es padre de otros personajes también muy populares como “La familia Trapisonda” (1958), “13, Rue del Percebe” (1961), “El botones Sacarino” (1963), “Rompetechos” (1964) y “Pepe Gotera y Otilio” (1966), pero creó hasta 45 series distintas, lo que da idea de su ilimitada capacidad de trabajo. Mis preferidas, al margen de “Mortadelo y Filemón”, han sido siempre “Rompetechos” –ese maravilloso miope que se mete en mil líos por confundir las cosas debido a su limitada visión– y “13, Rue del Percebe”, sin duda una de las más originales del tebeo español, que satiriza una comunidad de vecinos y en la que cada viñeta representa un apartamento donde acontecen las más divertidas escenas. Rompetechos era también el personaje favorito del propio Ibáñez, según manifestó en repetidas ocasiones. Se da la circunstancia, además, de que, a medida que fue cumpliendo años, el autor se fue pareciendo físicamente cada vez más al personaje. Como Mortadelo y Filemón, Rompetechos tuvo su propia emisión de sello postal en España.

Ibáñez renovó el humor de Bruguera, creando uno más directo y explosivo, más directo a la carcajada, que el de sus predecesores. Como Vázquez, su trabajo se caracteriza por una sucesión continua de gags, desde el principio hasta el final de la historia, de tal manera que en una viñeta se prepara el gag que se va a producir en la siguiente. Armando Matías Guiu lo ha explicado muy bien: “En Ibáñez, tras una caída aparatosa en la que el personaje queda despachurradísimo, hecho fosfatina, en la viñeta siguiente se levanta tan tranquilo y sigue como si no le hubiera pasado nada. Cultiva el humor del absurdo, difícil de lograr; un humor espontáneo, brillante, con situaciones desquiciadas, brutalmente cómicas. El humor de Ibáñez es avasallante, te mete en su tinglado y te lleva donde quiere”.

El dibujante barcelonés fue, muy a su pesar, un estajavonista. Con el éxito de “Mortadelo y Filemón”, llegó a dibujar para Bruguera hasta 40 páginas semanales, a tener que abandonar sus otros personajes y a recurrir a colaboradores. Y después, en Ediciones B –heredera del fondo editorial de Bruguera–, pasó a realizar unos seis nuevos álbumes por año. Bruguera se quedó con los derechos de sus personajes –como, por desgracia, suele pasarles a casi todos los dibujantes–, de manera que todas sus historias comenzaron a ser desarrolladas completamente por otros autores de la editorial. En 1987, merced a la nueva Ley de propiedad intelectual, recuperó los derechos y volvió a dibujar para Ediciones B a Mortadelo y Filemón y al resto de sus personajes.

Ibáñez ha muerto con las botas puestas y al pie del cañón, a pesar de sus casi noventa años, como todos los grandes apasionados. A finales de junio había publicado su último álbum, Mortadelo y Filemón. Mundial de Baloncesto 2023, buena prueba de otra de sus grandes virtudes: su capacidad para incluir la actualidad en sus historias. En 2022 habían viajado también al Mundial de fútbol de Catar. Antes también se habían enfrentado a la llegada del euro a la Unión Europea, a la crisis económica de 2008 o incluso a “los papeles de Bárcenas”, uno de los casos de corrupción más famosos en los últimos años en España.

Se ha ido un hombre que deja huérfanos a decenas de hijos artísticos –Mortadelo y Filemón, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio o el botones Sacarino lloran hoy a su padre muerto– y a millones de lectores.

 

Imagen
Los principales personajes de Mortadelo y Filemón.jpg

Los principales personajes de Mortadelo y Filemón.

Imagen
Un album de Rompetechos_.jpg

Un album de Rompetechos.

Imagen
Una viñeta de Mortadelo y Filemón.jpg

Una viñeta de Mortadelo y Filemón.

Imagen
Sello postal de Mortadelo y Filemón.

Sello postal de Mortadelo y Filemón.

 

Francisco Ibáñez dies: Mortadelo and Filemón are orphaned

By Félix Caballero Wangüemert

 

On July 15, Francisco Ibáñez (Barcelona, ​​1936) died, one of the great comic book authors in Spain, whose characters form part of the emotional memory of many generations, but also of the country's popular culture, due to their ability to transcend the genre itself. Ibáñez is the father of “Mortadelo y Filemón”, a series that achieved extraordinary popularity in Spain and other countries, establishing itself definitively among the elite of European comics – along with “Tintin” (Hergé), “Astérix y Obelix” (Goscinny and Uderzo), “Lucky Luke” (Morris), “Corto Maltés” ​​(Hugo Pratt), “Spirou” (Rob-Vel and André Fran quin) or “Titeuf” (Zep)– since in 1969 these two clumsy super-agents began to star in monographic albums with long stories.

Tebeo is the term traditionally used in Spain to designate comic strip publications, defined by the RAE as "a series of drawings that constitute a comic, fantastic, adventure story, etc., with or without text, and which can be a simple strip in the press, one or several pages, or a book". The word comes from TBO, the head of the magazine (1917-1998) that consolidated the genre in Spain. In other countries it is called quadrinhos, banda dessinée, fumetti, manga or comic. The latter, of Anglo-Saxon origin, has been imposed internationally since the sixties. Also in Spain, where comics were relegated to comics aimed at children. On the other hand, today comics have a serious competitor in graphic novels, a name that seems to give the genre a superior category that it doesn't need, because –despite those who have always underestimated it– it has never been a minor genre. Not surprisingly, it is known as the ninth art (the seventh is cinema and the eighth is photography, you know).

Ibáñez has been the king of comics or cartoons in Spanish for the last sixty years and also a great master of humor, whom I also remember always smiling, never losing his smile, even when he submitted to twelve-hour marathon days signing his readers copies of his works at a book fair –and drawing them a Mortadelo or some other of his famous characters–.

He published his first drawing in 1947 in the magazine Chicos, when he himself was just an eleven-year-old boy. In 1952 he began to collaborate in various comic magazines, an activity to which he devoted himself exclusively since 1957, the year in which he joined the team of the legendary Bruguera publishing house in Barcelona, ​​responsible for unforgettable comics such as Tom Thumb, DDT or Tío Vivo. Ibáñez was one of the most famous draftsmen of the Bruguera School –specifically, of its second generation–, to which Cifré, Escobar or Peñarroya also belonged –all three from the first– and Gin, Nadal, Raf or Segura –from the second–, in addition to Vázquez, to whom researchers doubt which of the two to include him.

In 1958, at the age of twenty, he created “Mortadelo y Filemón” for Pulgarcito, his most successful series. These two crazy agents of the TIA –Técnicos en Investigación Aeroterráquea, a parody of the CIA– soon excited young and old, especially Mortadelo, endowed with an amazing ability to camouflage himself.

From 1969 they began to star in monographic albums with long stories of more than fifty pages, like the great characters of the European comics of the time, which ended up putting them on the same level as these. These albums were translated into several languages ​​and published in Europe under different names, such as “Clever & Smart” in German or “Mort & Phil” in English. The Spanish editions have also been sold in many Latin American countries.

The first long story was The atomic sulfate (1969), also considered one of the best. I remember myself reading it at home when I was about ten years old and how it struck me, accustomed, as I was, to reading on TBO, Pulgarcito or DDT comics of one, two or at most four pages. The popularity of this unique couple has been such that they have given rise, in addition to several animated films, to two feature films with real actors, produced in 2003 and 2008, with Pepe Viyuela in the role of Filemón in both and Benito Pocino and Edu Soto in that of Mortadelo.

Ibáñez is the father of other very popular characters such as “La familia Trapisonda” (1958), “13, Rue del Percebe” (1961), “El botón Sacarino” (1963), “Rompetechos” (1964) and “Pepe Gotera y Otilio” (1966), but he created up to 45 different series, which gives an idea of ​​his unlimited capacity for work. My favourites, aside from “Mortadelo y Filemón”, have always been “Rompetechos” –that wonderful myopic who gets into a thousand troubles for confusing things due to his limited vision– and “13, Rue del Percebe”, undoubtedly one of the most original in Spanish comics, which satirizes a community of neighbors and in which each cartoon represents an apartment where the funniest scenes take place. Rompetechos was also Ibáñez's own favorite character, as he repeatedly stated. The circumstance also occurs that, as he turned years old, the author began to physically resemble the character more and more. Like Mortadelo and Filemón, Rompetechos had its own postage stamp issue in Spain.

Ibáñez renewed Bruguera's humor, creating one that was more direct and explosive, more direct to laughter, than that of his predecessors. Like Vázquez, his work is characterized by a continuous succession of gags, from the beginning to the end of the story, in such a way that in one vignette the gag that will occur in the next is prepared. Armando Matías Guiu has explained it very well: “In Ibáñez, after a spectacular fall in which the character is completely crushed, turned into a phosphatine, in the next panel he gets up so calm and continues as if nothing had happened to him. Cultivate the humor of the absurd, difficult to achieve; a spontaneous, brilliant humor, with crazy, brutally comic situations. Ibáñez's humor is overwhelming, he puts you in his shed and takes you where you want.

The Barcelona draftsman was, much to his regret, a Stajavonist. With the success of "Mortadelo y Filemón", he came to draw up to 40 pages a week for Bruguera, having to abandon his other characters and resort to collaborators. And later, at Ediciones B –heiress to Bruguera's publishing fund–, he went on to make about six new albums a year. Bruguera kept the rights to his characters –as, unfortunately, usually happens to almost all cartoonists–, so all his stories began to be completely developed by other authors from the publishing house. In 1987, thanks to the new Intellectual Property Law, he recovered the rights and returned to drawing Mortadelo and Filemón and the rest of his characters for Ediciones B.

Ibáñez has died with his boots on and at the foot of the canyon, despite his almost ninety years, like all great fans. At the end of June he had published his latest album, Mortadelo y Filemón. Basketball World Cup 2023, good proof of another of his great virtues: his ability to include current events in his stories. In 2022 they had also traveled to the World Cup in Qatar. Before they had also faced the arrival of the euro in the European Union, the economic crisis of 2008 or even "the Bárcenas papers", one of the most famous corruption cases in recent years in Spain.

A man has left dozens of artistic children orphans –Mortadelo and Filemón, Rompetechos, Pepe Gotera and Otilio or the bellboy Sacarino mourn their dead father today– and millions of readers.

Copyright © Félix Caballero Wangüemert. Publicado en Humor Sapiens con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.