"El dinero no es el rasero del arte"
Hoy nos toca publicar el “diáloco” que sostuve con alguien considerado por mí como un “monstruo” de la actuación humorística cubana: mi amigo Omar Franco.
Lo recuerdo haciendo el personaje de un policía llegado a La Habana de la zona oriental del país y confieso que quedé maravillado. Una de las características del llamado Movimiento del Nuevo Humor Cubano de los años 80 del siglo pasado, era que no veníamos del mundo de la Academia, excepto el grupo Salamanca; por lo tanto, no abundaba la excelencia actoral entre nosotros. Entonces encontrarse de pronto a alguien con ese tremendo talento fue impactante. Tuve la suerte después de saber que nos admirábamos y respetábamos mutuamente y de ahí surgió una linda amistad hasta ahora. Es un honor tenerlo aquí para este “diáloco”.
PELAYO: Mi querido Omar, para no tener que repetir lo que dicen de ti unos cuantos lugares del ciberespacio, ¿podrías presentarte tú mismo, dándonos los datos que más te importan que la gente sepa de tu rico curriculum en el humor?
OMAR FRANCO: Primero, las gracias por esta conversación, más que una entrevista, donde tal vez por primera vez, exponga desde mi modesta percepción del Humor, criterios muy personales no expresados con anterioridad. Segundo, no soy amante de las entrevistas, por eso sigo viendo esto más como una conversación, pero viniendo de ti, del Gran Pelayo, amigo y admirado por la mayoría de nuestra generación del humor, por tu vasto conocimiento del género, no sólo cubano sino también hispanoparlante. Además, por el gran ser humano que eres, lo menos que puedo hacer es acceder a conversar contigo y tus seguidores.
Si tengo que hacer una síntesis de mi trayectoria, de casi 30 años en la actuación, por supuesto, con mucho mayor peso en el género de la comedia, te diría que provengo igual que tú del mundo de la ingeniería -Electrónica, exactamente de la Automatización, la cual ejercí durante 4 años-, aunque reconozco, que lejos de ser ingeniero, ahora soy un técnico medio de esa especialidad. Aunque coincido contigo en lo importante del aporte de esos 5 años de estudios universitarios para asumir con un orden bastante lógico el humor y adquirir metodología de estudio.
Durante 20 años he sido miembro del Jurado del Premio Nacional del Humor en Cuba. He presidido en varias ocasiones el Jurado del Festival Nacional del Humor “Aquelarre”.
He recibido casi 20 premios de actuación en eventos de carácter nacional, entre ellos 5 Premios "Caricatos", máximo galardón anual que confiere La Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Curiosamente, esos cinco premios en géneros diferentes: Cine, Teatro Dramático, Teatro de la Comedia, Humor en Televisión y en Actuación para niños en TV. Dos Premios Internacionales en cine; el primero en el año 2013 al Mejor Actor de Reparto en el Festival Internacional de Cine de Nueva York, en la película "Pablo". El segundo, Premio al Mejor Actor Protagónico en el Festival Internacional de Cine de Puerto Rico 2013, en la película "Penumbras". Otros Premios Colectivos, como miembro del Grupo "Humoris Causa" y del programa "Vivir del Cuento".
En el Cine he actuado en 17 largometrajes y 6 cortometrajes. He puesto voces en 5 Animados del ICAIC. En Televisión he actuado en programas infantiles, policíacos, teleplays. Además, hace 6 años soy parte del colectivo de "Vivir del Cuento", programa humorístico de mayor audiencia en Cuba y que lleva 12 años en la pequeña pantalla.
En el teatro dramático quisiera mencionar tres actuaciones protagónicas en las obras "Penumbras", de Amado del Pino, dirigida por Osvaldo Doimeadios; Freddie de Abilio Estévez, dirigida por Carlos Díaz y Vientos de Cuaresma, de Leonardo Padura, dirigida por Tony Díaz. He realizado también varias presentaciones en escenarios de Colombia, México, EU, Venezuela y España.
Y nací un 7 de mayo, allá por el año 1965, por supuesto, “en el seno de una familia humilde”.
PELAYO: Tremendo curriculum, amigo mío. Te felicito de corazón por lo que has logrado. Y ahora comencemos a conversar de lo que nos apasiona… Mira, desde tus inicios tuviste un sello propio, se te veía siempre como un gran actor y eso aplicado a un buen guión humorístico que bien sabías escoger, te convirtió desde que te conocí en un grande del género, como ya dije. Y sé que has hecho muchos monólogos humorísticos. Por ello te pregunto: ¿Cómo han sido las reacciones de las nuevas generaciones (sobre todo los que practican el stand up comedy), cuando les muestras ese humor inteligente y tan elaborado a nivel de personaje que sabes hacer? Yo creo conocer la respuesta, porque sé que te va muy bien, pero me interesa que te extiendas un poco en la teorización de este punto para los lectores de "Humor Sapiens".
OMAR FRANCO: Pelayo, este tema del stand up comedy ha sido bastante comentado, pero por primera vez, de manera explícita, lo abordaré públicamente.
Creo que esta forma de entregar humor en un escenario, es de los momentos más difíciles para cualquier comediante. Baso esta afirmación en que, primero, según estudios de psicólogos y especialistas en comunicación, es súper difícil llegar a la mayoría de las personas en un público amplio. Segundo, para los actores, el monólogo, es el mayor reto en tema de actuación en un escenario, o frente a una cámara, y si finalmente la encomienda de ese actor es hacer reír, por supuesto que el stand up comedy es un gran reto para cualquier comediante.
¿Cómo yo asumí esta modalidad? Mi formación como actor cómico partió básicamente en agrupaciones humorísticas, donde mayormente en nuestras presentaciones escenificábamos scketch, pequeñas piezas teatrales, y en menor medida, pequeños monólogos, casi siempre escondidos detrás de alguna máscara teatral. En mi caso particular, asumí esta forma de stand up comedy, cuando en el 2005 terminó nuestro proyecto "Humoris Causa". Recuerdo que fue bien difícil, pero ya contaba entonces con las herramientas imprescindibles para presentarme delante de un público, y hacerlo reír desde Omar Franco, sin desdoblarme. Reconozco que en aquel momento me allanó el camino resultarle ya conocido al público seguidor del humor en Cuba.
¿Dónde vino el reto mayor? En el extranjero. Por supuesto Pelayo, debes tener mucha experiencia del tema, sobre todo en tus primeros trabajos en Chile. Cuando hablo de reto es de forma literal, primero porque nuestra vida cubana es bien atípica para los hispanoparlantes de este mundo que no conozcan nuestro país, y segundo, por el hecho de no ser ni medianamente conocido para algunos públicos fuera de Cuba. Eso me creaba barreras. Y aquí regreso a la introducción de tu pregunta donde tocabas el tema de la selección de textos. En eso siempre he sido muy riguroso y creo que es una carta importante que debe jugar cualquier comediante en los diferentes escenarios que se presente a la hora de asumir el stand up comedy. Y aprovecho para mencionar con mucho orgullo que uno de los textos, que en el extranjero "Humoris Causa" asumió como carta de presentación, fue "Los Presos" de ese gran amigo en común Aramís Quintero y una de las personas que he conocido con un tremendo sentido del humor.
Resumiendo el tema del stand up comedy, puedo decirte que luego de varios años de haber incluido esta variante en mis presentaciones, los resultados no han sido para nada insatisfactorios, aunque si me ponen “entre la espada y la pared”, me quedo con la variante de esconderme detrás de un personaje para hacer reír desde un escenario.
PELAYO: Disculpa, Omar, pero voy darte mi opinión antes de entrar en otro tema. Ya he dicho públicamente que el stand up comedy es una modalidad teatral más, tan válida como cualquier otra. Sin embargo, al no ser necesario dominar mucho el lenguaje actoral y el lenguaje teatral, se “cuelan” muchos mediocres en esa fiesta. Por suerte, existen excelentísimos exponentes del stand up comedy, pero por desgracia lo que más abunda es la mediocridad. Humoristas como tú, con tu talento actoral y visión artística, seguro les es más fácil hacer stand up comedy. Pero insisto, eso no abunda. Lo que crece como la mala yerba son esos “comediantes” que se paran frente a un micrófono a criticar humillantemente a alguien, a decir vulgaridades y a presentarse como dioses omnisapientes que nos enseñan paternalmente el Bien y el Mal, porque ellos están por encima de eso. En el fondo son gente quizás simpática nada más, pero no los veo como verdaderos humoristas. Yo respeto mucho el humor. De ahí la enorme diferencia entre los grandes practicantes del stand up comedy y la mayoría que componen “los demás”. El arte del cómico no es fácil de hacer, amigo mío. Lo sabes muy bien. Y aprovecho ahora para abordar una arista distinta del tema: sabemos que hay diferencias entre una actuación dramática y una humorística. No deseo ponerte en la situación de que me digas cuál de las dos prefieres, pero sí me gustaría que profundizaras en el placer interior y el nivel de realización que te provocan las dos (las diferencias, no las similitudes).
OMAR FRANCO: ¿Actuar la tragedia o actuar la comedia? ¿Cuál es mi preferida? De hecho, no es un secreto, lo he dicho en otras ocasiones: prefiero LA TRAGEDIA, aunque algunos pudieran suponer lo contrario. Lo que sucede es que le estoy súper agradecido a LA COMEDIA. Soy de los que defiendo esa idea, tal vez manida pero muy real, de que hacer reír, es muy difícil, e incluso es algo muy serio, sobre todo cuando lo asumes con responsabilidad artística, aunque algunos piensen que el Humor no pertenece al Arte Genuino. Por cierto, a cuántos humoristas no le han preguntado: “ya veo que te gusta hacer reír a las personas, ¿pero en qué tú trabajas?”.
Pelayo, esta dicotomía en mi actuación ha sido tema en otras entrevistas, sin embargo, tocas una arista muy interesante, no cuestionada con anterioridad, y es precisamente el acápite de las diferencias entre ambos géneros de actuación en mi caso particular. Comenzaría con una pequeña reflexión, y luego como todo un buen dermatólogo, “iré al grano”.
Mi máxima siempre ha sido ACTUAR, y de aquí ha partido siempre el asumir roles cómicos o trágicos. Para nada ha sido fácil. Al comienzo me llevó muchas horas de estudio, con ciertos riesgos, porque al no haber sido formado en Escuelas de Arte, me preparé de forma autodidacta. A la par que ensayaba y actuaba con el "Grupo Teatro XXI", dirigido por Armando Suárez Del Villar, a quien le debo gran parte de mi formación actoral. Por suerte para mí, en ese grupo compartí escena con actores como Luis Alberto García (padre), Hilda Oates, René De la Cruz (padre), todos Premios Nacionales de Teatro. Fueron tres años -del 92 al 95- en los que me mantuve alejado del humor, justamente haciendo puro teatro. Al reincorporarme al mundo del humor en 1995, me propuse reordenar mi futuro como actor, pero con la idea de no encasillarme sólo en la comedia.
Con esa pequeña introducción a mi respuesta, puedo decirte, que es muy similar el placer interior que siento al trabajar en ambos géneros, aunque con algún matiz diferente. Esta diferencia ha radicado, casi siempre, en la posibilidad de haber podido lograr una mejor actuación en mi personaje de turno. A modo de ejemplo te diría que, como en los últimos tiempos he hecho más comedia que tragedia, he tenido algunas insatisfacciones con mis personajes trágicos, pues en ocasiones, han aflorado algunas vetas de la comedia. Como buen comediante sabes que se nos quedan vicios, gags, apoyaturas de personajes cómicos, de los cuales, a veces, es muy difícil desprendernos.
A mi modo de ver, son varias las diferencias entre ambos géneros. Comenzaría con ese primer paso de asumir el texto a interpretar en escena. Normalmente en lo dramático, se parte de obras o textos de escritores que crean para teatro que para muchos directores son inamovibles. Por supuesto, hay sus excepciones. No sucede de la misma forma en el humor, donde en muchas ocasiones, los textos escritos tienen un alto nivel de variabilidad, desde que el escritor los entrega. Por otro lado, el rigor de ensayo y preparación en el teatro dramático tiene un nivel muy superior, de modo general, con respecto al humor. Reitero, hay sus excepciones. Unido a ello, la utilización de todos los componentes teatrales para una puesta en escena -diseño de luces, de banda sonora, utilización de todo el espacio escénico, etc.- es mucho mayor en el drama que en el humor. En materia concretamente de actuación, el nivel de preparación y concentración antes de salir a escena por parte de los actores, por lo general lo he percibido con más rigor en el drama. Anécdotas del tema tengo unas cuantas.
Con respecto al público, una diferencia marcada es el gran silencio que se siente en el teatro cuando estás interpretando un personaje trágico, algo a lo que mis oídos y mi mente tuvieron que adaptarse. Cuando estás interpretando un personaje cómico, lo que casi siempre recibes del público, son risas y aplausos.
De igual forma, a la salida del teatro, en una obra trágica, los rostros del público y sus expresiones, generalmente no son de jolgorio. Por el contrario, cuando terminas de hacer humor, el público sale muy contento y recordando chistes o escenas cómicas. Hay sus excepciones, en ocasiones, se presentan obras de humor que son tragedias.
Aunque no pides semejanzas, deseo decirte una al menos, la más importante para nosotros los actores, y es el regalo de aplausos al terminar cada función.
PELAYO: Amigo mío, quiero comentar sobre las excepciones que dices. Me explico. Para mí el rigor, tanto de ensayo, de puesta, de luces, tramoya, etc., etc., es idéntico en la tragedia como en la comedia. Lo aprendí con el oficio que me dio mi grupo "La Seña del Humor". Te pongo dos ejemplos, cuando Jorge Guerra nos capacitó al inicio de "La Seña", vimos cómo se nos abría ese campo. Hasta ese momento éramos unos jodedores cubanos jugando a hacer teatro (después seguimos siendo los mismo jodedores, pero con más oficio, obvio). Jorge Guerra era un detallista de la dirección de actores y yo veía cómo se detenía en –para mí- cosas irrelevantes cuando nos montaba personajes. Cosas que viendo después todo el paquete entendías el por qué él hacía eso. Y dos, en una ocasión, para montar un número que escribimos Aramís y yo, decidimos que lo montara el amigo Armando Crespo, un director artístico del "Teatro Mirón Cubano", que dirigía Albio Paz, porque se requería otro nivel de actuación y de dirección. Con él aprendí aún más el rigor de una puesta que se precie de tal. Sin dudas, lo que hacíamos en aquel Movimiento del Nuevo Humor era histórico, pero en cuanto a nuevos contenidos, estilo de humor, etc., pero carecíamos de la rigurosidad del verdadero teatro, excepto algunos como dices. Lo curioso es que con esa “ligereza” al hacer humor teatral se obtuvieron tantos logros. Sin dudas, ese tipo de humor rupturista que hacíamos y quizás las condiciones históricas sociales, fueron las causas (que eso lo estudien otros, porque a lo mejor estoy super equivocado). De ahí que pienso que por esa razón nos puede parecer que es menos riguroso (para seguir con el término) hacer humor. Entonces, para que los lectores no se confundan, cuando hay una calidad artística de primerísima, como "Les Luthiers", "Tricicle", etc., o grupos de teatro dramático de excelencia, el rigor es el mismo para el drama que para la tragedia. Esas son las excepciones que me imagino planteas. Pero ya que salió a la luz el reconocido Movimiento del Nuevo Humor Cubano de los años 80, tengo que preguntarte sobre él. Fuiste parte de aquello. Por lo tanto, puedes hablar con autoridad de la materia. Así que te pregunto: ¿Desapareció ese Movimiento? ¿Por qué? ¿Existen colegas que siguen enarbolando esas banderas? Y para que te explayes: mira, antes de que surgiera el humor de ese Movimiento, obviamente, se hacía otro humor. Y después del Movimiento, se ha hecho otro humor, más parecido al humor de antes que al que hicimos en los 80 y primera mitad de los 90. ¿por qué si al parecer lo común y lo abundante es ese humor de antes y después, fue tan fuerte la aceptación de nuestro humor diferente en ese acotado período de tiempo?
OMAR FRANCO: Abordar el Movimiento de Humor de los 80 es un placer, y por ello me propondré con gusto hablar del tema, y responder de la forma más breve tus preguntas.
Primero, ese movimiento de humor surgió como una necesidad social, de la misma forma que en esos tiempos, en otras manifestaciones de la cultura cubana, surgieron nuevas tendencias y movimientos artísticos. Existía en los 80 una generación entre los 20 y 30 años, ávida de una nueva estética en el humor escénico, y de a poco fue surgiendo ese movimiento, que en un principio se nutrió en gran medida de las Universidades. Por ello surgió un pelotón de vanguardia entre los que estaban el "Conjunto Nacional de Espectáculos", "La Seña del Humor", "Salamanca", "Nos y Otros", por solo mencionar cuatro. Ese movimiento fue creciendo en cantidad y calidad, logrando ser una propuesta en los 80, que hacía colapsar los teatros, no sólo en la Habana. En mi modesta percepción, ese humor que se generó en esos años, fue un antes y un después en el humor cubano, sin demeritar en lo absoluto a los grandes comediantes que antecedieron ese momento, que fueron unos cuantos. Hoy varios de ellos, son Premios Nacionales del Humor, de los que se han nutrido varios humoristas. Cerrando esta introducción al tema te diría que ese Movimiento de Humor de los 80 iba avanzando muy bien en sus sueños artísticos a lo interno, y en la aceptación del gran público a lo externo. Fue un ejemplo que justifica esa famosa frase: “solos llegamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos”.
Luego llegó el Período Especial en Cuba. Comenzando la última década del siglo XX, nuestro país tocaba fondo, algunos decían que “hasta con pegamento”. Lo cierto fue que ese descalabro de la economía cubana llegó a todos los rincones, y por supuesto al ámbito cultural, y con ello, al humor. Los grupos humorísticos de a poco se fueron desintegrando, incluso agrupaciones con sólidos resultados. De hecho, los cuatro anteriormente mencionados, no soportaron el embate de esos tiempos. Muchos de sus integrantes se movieron a otros trabajos, otros emigraron, y otros tantos optaron por seguir aferrados a la resurrección del Movimiento de Humor de los 80. Aquella desintegración de grupos provocó una anarquía del humor en los primeros años de la década de los 90, y comenzaron a perderse de los teatros casi todas las propuestas tan interesantes que se habían generado anteriormente. El humor se desplazó en gran medida a lugares nocturnos, sitios en los cuales, por lo general, te encontrabas un tipo de humor alejado de aquella estética lograda por el Movimiento del que hablamos. Algo que era de esperar, producto de una pirámide invertida, en que el dinero para el ocio no estaba por lo general en los bolsillos del aquel gran público exigente y amante del humor de los 80.
Surge entonces en el año 1995 el Centro Promotor del Humor, dirigido en sus primeros años por Osvaldo Doimeadiós, quien como sus sucesores, de a poco fue tratando de rescatar, aquellas buenas vibras de los 80, en medio de nuevas condiciones sociales en las puertas Siglo XXI. Casi terminando, puedo decirte que aquel humor diferente, entregado por ese Movimiento de los 80, y del cual formaste parte, siendo líder de "La Seña del Humor de Matanzas", hoy sigue siendo añorado por una parte de aquellas generaciones que lo disfrutaron, y es una referencia obligada para quienes nos dedicamos al humor en Cuba.
PELAYO: Para continuar con la “rigurosidad”, cuando dices “surge en el año 1995 el Centro Promotor del Humor", aclaro para los que no saben, que el Centro lo fundó Virulo años atrás y creo que en el 90 él se fue a vivir a México y dejó un triunvirato al frente del Centro: al maestro Carlos Ruiz de la Tejera, a Doimeadiós y a mí. Unos pocos días duró aquello, porque Carlos y yo no quisimos seguir y por suerte Doime lo hizo. Y debido a su gran desempeño el Ministerio de Cultura le dio el respaldo oficial al Centro en ese año 1995. Pero dejemos la historia y vayamos a la actualidad. Estoy obligado a preguntarte sobre asuntos polémicos de moda: ¿es mejor o peor hacer humor llamado blanco, que hacer humor ácido, agresor, provocador? Y, por supuesto, ¿hay límites en el humor? Y si los hay, ¿cuáles son?
OMAR FRANCO: Pregunta muy interesante, y por supuesto, en nuestro giro, habrá tantas respuestas como humoristas atrincherados en su estilo.
Comienzo diciendo que respeto todos los modos de hacer reír, inclusive, hasta los que me pueden parecer más burdos. Reitero que simplemente respeto cada forma de intentar alegrar a una persona o un público. Igual me sucede con la religión, las respeto todas. Lo que sucede con el humor es que estoy muy claro desde hace muchos años de qué tipo de humor nunca haría, por supuesto no me detendré en esto último, y te responderé a continuación acerca del humor blanco. Considero que del mismo modo que hacer reír es bien difícil, dentro de los colores del humor, el blanco, es una de las tonalidades más difíciles para lograr las risas soñadas por los humoristas. Para mí es mejor hacer el humor blanco, que el resto de los tipos de humor que mencionas, lo he demostrado con mi trabajo. Lo ácido, agresivo y provocador nunca ha estado en el humor que he defendido en escena. En mi zona de confort, a la hora de actuar siempre tengo presente el respeto absoluto al público, mi protagonismo en escena mientras actúo y seleccionar los textos más sugerentes que mi interlocutor pueda disfrutar. Para nada considero válido desviar la atención hacia algún espectador, tratando de quitarme presión mientras estoy en el escenario. Pelayo, si en todo el análisis anterior hubiese utilizado el dinero como rasero, pudiera decirte que en este Siglo XXI en Cuba varios humoristas sí han utilizado ese tipo de humor, ácido, agresivo y provocador de forma rentable y respeto la elección de ellos, pero para gusto, los colores y para el humor, los públicos. En lo personal, desde que comencé en este mundo de la actuación, convencido he estado siempre de que el dinero no es el rasero del arte.
En cuanto a los límites en el humor te diría lo siguiente: considerando el humor como parte intrínseca de la cultura del ser humano en este mundo nuestro, no creo que haya límites en el humor, como no veo límites en la creación en el arte de manera general. ¿Dónde para mí se comienzan a poner límites?: cuando en la creación artística se lleva de la mano la ética personal de cada artista. Sin intenciones de filosofar, para lo cual además no estoy preparado, te pongo un ejemplo. Esta pandemia que nos azota hace un año ha provocado millones de muertes. Tú y yo no veríamos en esos fallecimientos un atajo para provocar risa, pero en este mundo nuestro sí aparecerá alguien, quien defendiendo a ultranza el humor negro, provoque risas con un tema tan sensible, y digo provoque porque siempre habrá quien disfrute ese tipo de humor. Por eso te digo que en este ilimitado mundo de creatividad humorística los límites estarán puestos por la ética humana de cada artista.
PELAYO: Te doy la razón y coincidimos en casi todo, por algo tenemos gustos parecidos en el arte de hacer reír. Sin dudas, el humor blanco es el más difícil de crear, y quizás sea el más “inteligente”. En cuanto a los limites, redondeo la última parte de tu respuesta, porque sé que estarás de acuerdo conmigo: se puede hacer humor de todo. Incluso de lo más negro. La cosa es las intenciones del que lo hace. Yo les he contado chistes de personajes con cáncer, a personas que lo padecen de verdad (en mis "Charlas Chaplin" que he impartido en Centros Hospitalarios), pero después de explicarle lo sanador que es reírse de todo (hasta de su desgracia) y ya sabiendo ellos que no es burla lo mío (incluso una hermana mía murió de cáncer). Insisto, todo depende de las intenciones de la fuente que detecta el receptor… pero dejemos el punto que es para profundizar en otra ocasión y dime ahora lo siguiente: ¿cuáles son tus preferencias en el humor, tus humoristas favoritos (nacionales y extranjeros) en la escena, la gráfica, lo literario, lo audiovisual, etcétera? Y si has tenido influencias de alguno(s), claro.
OMAR FRANCO: Esta pregunta por supuesto resulta la más compleja de responder, porque al tener que mencionar nombres, inevitablemente quedan excluidos algunos del humor nacional cuyo trabajo admiro, porque la lista se haría muy extensa.
Comienzo con los humoristas escénicos cubanos y de ellos escojo cinco con los que he compartido escena en Cuba y en el exterior: Virulo, Doimeadios, Alexis Valdés, Iván Camejo -casi 15 años juntos en "Humoris Causa"-, y Luis Silva, quien en la última década ha sido para los cubanos el humorista más mediático.
Las agrupaciones humorísticas cubanas de mi preferencia son el "Conjunto Nacional de Espectáculos", "La Seña del Humor de Matanzas", "Salamanca".
El humorista extranjero de mi preferencia: Charles Chaplin. Agrupación humorística extranjera de mi preferencia: "Les Luthiers".
En el humor gráfico: Ares, Manuel Hernández -por demás, matancero-, René de la Nuez. Y desde los 80 he admirado la caricatura de un amigo en común: Ramón Carrillo.
En el humor literario cubano: Héctor Zumbado, Enrique Núñez Rodríguez y Alberto Luberta.
De mi generación: Eduardo Del Llano, Aramís Quintero, Telo, Jaime Fort, Miguel Moreno y Jorge Bacallao.
En audiovisuales nacionales: "Detrás de la Fachada", "San Nicolás del Peladero", "Sabadazo" y "Vivir del Cuento".
En audiovisuales extranjeros: "Aquí no hay quien viva" y "Friends".
Por supuesto que esta ha sido la respuesta más compleja y que pondrá a pensar a muchos colegas con los que durante casi tres décadas he compartido en el humor, pero créeme, que si no, la lista hubiese sido demasiado extensa.
PELAYO: Varios de los que nombraste también son mis favoritos. Oye, y dentro del humor, ¿qué te gustaría hacer que no hayas hecho?
OMAR FRANCO: Haciéndole honor a mi apellido, francamente en el humor me hubiera gustado en algún momento haber interpretado uno de esos personajes que con tanta sobriedad y humor llevaron a escena Aramís Quintero, Pablo Gari (Pible) o Marcos Mundstock.
PELAYO: Muy bien. No creo sea difícil que lo logres en algún momento. Bueno, y para cerrar este diáloco: ¿cuál pregunta que no te hice te hubiera gustado responder? ¿Y puedes responderla ahora también?
OMAR FRANCO: La pregunta que me hubiera gustado responder es: ¿crees que un día en un teatro de Cuba podamos reunirnos humoristas de aquel prestigioso Movimiento del siglo pasado y actuar para el público cubano junto a destacados humoristas de este siglo XXI?
Mi respuesta: albergo la esperanza que un día podamos hacerlo y al final de la función podamos recibir de ese público nuestro, el gran regalo llamado APLAUSOS.
Y para despedirme te digo: el Gran Pelayo también es de mis preferidos y de mis referencias obligadas en el verdadero Humor. Ojalá pudiéramos actuar juntos, les aseguro a tus lectores que éste binomio gustará mucho más que ésta entrevista. Gracias por tus interesantes preguntas y por tu Gran Humor. Abrazo.
Hermano mío, sobre la pregunta que te hiciste, te respondo que yo también quisiera que eso se diera. Sería ideal. Y en cuanto a tu deseo final, te doy mi palabra que también me encantaría. Un honor y un placerazo subirme a un escenario contigo, un ícono del buen humor cubano de todos los tiempos, y compartir contigo la risa y los aplausos del público.
Mil gracias por tu tiempo y disposición para “dialocar” . Me gustó que te sintieras cómodo y seguro como para decir y confesar cosas tan importantes para ti y para el humor cubano en general. Un abrazo enorme.