Chispas de felicidad | Humor y épocas complejas

Ana María Fernández Poncela
Antropóloga, investigadora y docente. Universidad Autónoma Metropolitana. México..
Chispas de felicidad | Humor y épocas complejas

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El humor puede ser una hoguera exuberante y maravillosa, cálida y duradera. Y también chispas que el ser humano crea al golpear piedras con voluntad o entusiasmo. Eso también es la felicidad, un estado de ánimo o una experiencia acotada. El humor es un camino hacia la misma.

Afirma Marie Anaut el humor “puede expresarse de forma inesperada, incluso en circunstancias particularmente trágicas. Porque el humor, ese insolente, surge a veces del corazón de la tragedia, deslizándose furtivamente entre la broma y lo serio” (2017:18). Y es que en momentos o tiempos complejos el humor ayuda a sobrevivir, cuando hay aspectos molestos o cuando se viven situaciones extremas, fundamentalmente a través de la resiliencia o potencial humano de resistencia, transición y resurgimiento ante la adversidad; o simplemente, por medio de chispas de silvestre alegría, benévolas y fugaces, que iluminan la oscuridad.

Anotaciones iniciales

Seguramente algunas personas han tenido la experiencia de escuchar o contar un chiste en un velorio, o hacer bromas tras una dolorosa pérdida familiar o una enojosa traición de una amistad, o incluso chistes sobre tragedias sociales de fuerte impacto y graves consecuencias. Se trata del humor que surge, se crea, cultiva y reproduce, en épocas complicadas, difíciles o adversas. En el momento o al paso del tiempo, todo o casi todo, acaba pudiendo ser interpretado en términos humorísticos. La risa o la sonrisa aligera la tensión y el peso, alivia o acompaña, amortigua o matiza las emociones percibidas como desagradables y energetiza las que se sienten como satisfactorias.

Desastres y catástrofes sociales

Podría considerarse que humor y tragedia no congenian, o son sino cuestiones contradictorias, sí por lo menos parece desafortunada su interconexión. Si bien el humor hostil agrede a los débiles (Berger, 1999), desde la broma hacia alguien que tropieza y cae, al cartón político de humor negro, pasando por los memes en torno a desastres, con valoraciones que en la actualidad se consideran en ocasiones poco respetuosas o políticamente incorrectas y quizás discriminatorias, estas expresiones existen. Hay otras expresiones, no tan agresivas o más benéficas, sino ingenuas (Freud, 2008) sí simpáticas, en torno a situaciones difíciles e incluso dramáticas, ya sean reales, ya imaginarias, ya una narrativa imperante, ya una experiencia muy sentida. Por ejemplo, las caricaturas periodísticas en la epidemia de influenza en México en 2009, también llamada en un inicio gripe porcina, y comparada con otras anteriores anunciadas por la OMS, como la gripe aviar o de las vacas locas. (1)

Investigaciones concretas remarcan que el humor posee un papel positivo destacado durante y con posterioridad a sucesos que causan estrés importante, como necesidad de expresión y vinculación, como evasión o resemantización, depende de cada quien, la cultura y el contexto. Esto es así, ya que contribuye a la recuperación colectiva y cohesión social tan necesaria en ambientes y épocas sumamente complejas (Fernández et al., 1999; Páez et al., 2001). Y qué decir de la risa como acción que deshace o relativiza el miedo, es más, los sobrevivientes de una tragedia al emplear el humor neutralizan el horror del trauma e incluso tienen la posibilidad de superarlo (Ziv, 1984). También es una forma de sacar agresividad (Freud, 2008) como hostilidad o defensa, se traslada el enojo al ámbito del humor y se vierte en expresiones aparentemente humorísticas, pudiendo ser expresada y mostrada. Como ilustración la caricatura en la prensa ante el sismo del 19 de septiembre del 2017 en México, con un humor en la vía de la crítica política. (2)

Como aquí se afirma, el humor aparece en desastres naturales y catástrofes sociales (Beristáin et al., 1999), así como traumas (Levine y Frederick, 1996) y crisis personales de distinta índole, incluso se habla de que es fortaleza y virtud del humano (Seligman, 2011) y que desarrolla resiliencia (Vanistendael, 2013); esto es, el adaptarse, recuperarse e incluso crecer tras una experiencia adversa y estresante (Vanistendael y Lecomte, 2002).

Hay quien considera que el desarrollo humano es capaz de metamorfearse, hacer reversible la experiencia traumática y adaptarse nuevamente al entorno con matices de esperanza (Cyrulnik, 2002, 2007, 2010). La resiliencia es algo así como un proceso, fenómenos organizados, sociales e intrapsíquicos, y el sujeto o colectivo humano procura la salud. En general, los relatos y vocablos de esperanza, el vínculo familiar y social, y las expectativas positivas dibujan un futuro de vida deseable. Comprender y practicar el modo de encajar el golpe, provocar efectos variables e incluso un efecto de reanimación. La resilencia es la capacidad de tener éxito social aceptable, a pesar de la adversidad y el estrés que produce un riesgo (Vanistendael, 2013). No se trata solo de recuperarse sino de crecer hacia algo nuevo, sin negar lo pasado, superarlo y abrirse a lo futuro (Vanistendael y Lecomte 2002). Una suerte de fuerza que hace posible la vida individual y social en medio de la crisis. Motiva a encontrar recursos para seguir adelante arraigados a la vida (Manciaux et al. 2010). Se trata de proteger la integridad bajo presión y ser capaz de mantener un comportamiento vital positivo ante las circunstancias difíciles, además de afrontar de manera adecuada la situación. La resiliencia se construye y desarrolla en cada persona y contexto. Y es en este proceso cuando entra en acción y de despliega el humor como valor, fortaleza y virtud (Seligman, 2011).

Traumas personales

En este mismo orden de ideas, algo parecido puede afirmarse en el espacio terapéutico, desde Freud, pasando por Ellis, Frankl, Erickson y un largo etcétera; esto es, la consideración del empleo del humor como recurso psíquico para afrontar la adversidad, así como, motor de cambios personales y sociales (Salameth y Fry, 2001; Alemany y Cabestrero, 2008; Rodríguez, 2008; Chazenbalk, 2006). Y es que no solo es resiliencia y fortaleza, también reduce el estrés y la ansiedad, y potencia el sistema inmunológico y las emociones positivas. En terapia el humor empleado satisfactoriamente no solo divierte y aparta la mente, cambia marcos de referencia, abre posibilidades de percepciones y experiencias de vida. Claro que ha de ser un humor adecuado y satisfactorio, comedido y asertivo. Aquí de nuevo una imagen sobre la influenza del 2009 en México frente a otras epidemias; y un chiste reconvertido en caricatura del Ángel de la Independencia de la Ciudad de México ante el temblor dos días después de la alerta sanitaria por Influenza en abril del año 2009 en el país. (3)

Finalmente, frente a traumas individuales, catástrofes y desastres sociales se produce humor, en ocasiones humor negro incluso, como sobre el holocausto del sigo XX o el 11 de septiembre del 2001, en el mundo; o inundaciones y terremotos para el caso de México; desde profesionales en los medios o la población en general, en chistes en las calles o memes en las redes, o en la consulta psicológica terapéutica. Una cosa son las bromas y humor ante el desastre, a veces hostiles, y otra el que elaboran las personas implicadas pues esto último eleva los ánimos personales y refuerza los lazos sociales (Ziv, 1984), en momentos que es tan necesario y satisfactorio.

El humor es positivo como parte de la reconstrucción tras una catástrofe o desastre y el estrés postraumático que tiene lugar pues contribuye a elevar los ánimos, al poder decir, expresar, resignificar, unir, e incluso evadir y relajar (Páez et al., 2001). El humor es también benéfico en las intervenciones clínicas (Salameth y Fry, 2001).

Anotaciones finales

El humor y la risa acompañan y ayudan a hacer soportable ciertas circunstancias estresantes y dolorosas, sean estas físicas o mentales, de sujetos o colectivos humanos, reales o imaginarias, puesto que hay relajación, movimientos musculares, y mejorara la circulación sanguínea y la respiración. También favorecen las relaciones, y la confianza, en tiempos donde esto es muy importante (Vanistendael y Lecomte 2002). Las organizaciones internacionales de salud promueven el uso del humor en momentos de crisis, traumas y desastres, apuntando que es parte de las estrategias, estilos y acciones resilientes para resolver problemas, eliminar tensiones y obtener el reequilibrio emocional tan necesario (OPS 2020).

Y si se inicia el texto con palabras de Anaut, se finaliza también con una cita de esta autora: “De aspecto complaciente y recreativo en la vida cotidiana, el humor está igualmente presente en las situaciones más difíciles. Transforma la realidad jugando con el lenguaje y la creatividad, revelando los aspectos absurdos o incongruentes de las situaciones. Las actitudes humorísticas tienden así a atenuar la gravedad de las penas y los sufrimientos, mezclando subrepticiamente un poco de placer con la tristeza” (Anaut, 2017:18).

Despedida felina: “Estaba un hombre sentado en su sofá viendo películas de vaqueros con su gato al lado. En esas, el hombre le dice a su gato: —Te has fijado ese vaquero tan idiota, dizque hablando con su caballo”

 

Referencias

Alemany, C. y Cabestrero R. (2008). Humor, psicología y psicoterapia: estudios e investigaciones. En Á. Rodríguez (ed.) El valor terapéutico del humor. (pp.111-186) Desclée De Brouwer.

Anaut, M. (2017). Humor, entre la risa y las lágrimas. Gedisa.

Berger, P. (1999). La risa redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana. Kairós.

Beristain, C. et al. (1999). Reconstituir el tejido social: un enfoque crítico de la ayuda humanitaria. Icária.

Chazenbalk, Liliana (2006). El valor del humor en el proceso psicoterapéutico. Psicodebate, 6, 73-84 https://dspace.palermo.edu/ojs/index.php/psicodebate/article/view/442

Cyrulnik, B. (2002). Los patitos feos. La resiliencia una infancia infeliz no determina la vida. Gedisa.

–(2007). La maravilla del dolor. El sentido de la resiliencia. Granica.

–(2010). Neurología y resiliencia. En M. Manciaux, (Comp.). La resiliencia: resistir y rehacerse. (pp.175-184) Gedica.

Fernández, I. et al. (1999). Emociones y conductas colectivas en catástrofes: ansiedad y rumor, miedo y conductas de pánico. https://www2.uned.es/dpto-psicologia-social-y-organizaciones/paginas/profesores/Itziar/CLJokin.pdf

Freud, S. (2008). El chiste y su relación con el inconsciente. Alianza Editorial.

Levine, P. y A. Frederick (1996). Curar el trauma. Urano.

Manciaux, M. et al. (2010). Conclusiones y perspectivas. En M. Manciaux, M. (Comp.) La resiliencia: resistir y rehacerse. (pp.303-318) Gedisa.

Organización Panamericana de la Salud (OPS) (2020). Resiliencia en tiempos de

pandemia. https://www.paho.org/es/documentos/resiliencia-tiempos-pandemia

Páez, D. et al. (2001). Catástrofes, traumas y conductas colectivas: procesos y efectos culturales. En C. San Juan (Ed.) Catástrofes y ayuda de emergencia: Estrategias de evaluación, prevención y tratamiento. (pp.1-33) Icaria.

Rodríguez Cabezas, Á. (2008). Efectos del humor: consideraciones médicas. En Á. Rodríguez (Ed.) El valor terapéutico del humor. (pp.43-64) Desclée De Brouwer.

Salameh, W. & W. Fry (2001). Humor and wellness in clinical intervention. Praeger.

Seligman, M. (2011). La auténtica felicidad. Zeta.

Vanistendael, S. (2013). Sonreír cuando la vida no nos sonríe. En Vanistendael, S.; Gaberan, P.; Humbeeck, B.; Lecomte, J. , Manil, P. y M. Rouyer Resiliencia y humor  (11-27).  Barcelona: Gedisa.

Vanistendael, S. y J. Lecomte  (2002). La felicidad es posible. Gedisa.

Ziv, A. (1984). Personality and sense of humor. Springer.

 

(1)

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https://www.sitesmexico.com/notas/2009/abril/bromas-chistes-influenza-porcina.htm

https://carlosdragonne.wordpress.com/2009/05/01/curiosidades-la-influenza-tomada-con-humor/

 

(2)

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https://josecardenas.com/2017/09/cartones-del-sismo/

https://josecardenas.com/2017/09/cartones-del-sismo/

 

(3)

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https://rathie.wordpress.com/2009/05/15/humor-en-tiempos-de-influenza/

https://rathie.wordpress.com/2009/05/15/humor-en-tiempos-de-influenza/

 

 

 

Sparks of Happiness | Humor and Complex Times

by Ana María Fernández Poncela

 

Humor can be a lush and wonderful bonfire, warm and enduring. It can also be sparks created by humans striking stones with willpower or enthusiasm. That too is happiness—a state of mind or a fleeting experience. Humor is a path toward it.

Marie Anaut states that humor “can be expressed unexpectedly, even in particularly tragic circumstances. Because humor, that insolent thing, sometimes arises from the heart of tragedy, slipping stealthily between jest and seriousness” (2017:18). Indeed, in complex times or moments, humor helps us survive when faced with discomfort or extreme situations, fundamentally through resilience—the human capacity for resistance, transition, and resurgence in the face of adversity—or simply through spontaneous sparks of joy: benevolent and fleeting, lighting up the darkness.

Initial Notes

Some people may have experienced telling or hearing a joke at a wake, or making jokes after a painful family loss or the bitter betrayal of a friend, or even jokes about deeply impactful social tragedies. This is the kind of humor that arises, is created, cultivated, and reproduced during difficult, complicated, or adverse times. In the moment or over time, everything—or almost everything—can eventually be interpreted through a humorous lens. Laughter or a smile lightens the tension and weight, comforts or accompanies, softens or nuances emotions perceived as unpleasant, and energizes those felt as satisfying.

Disasters and Social Catastrophes

One might assume that humor and tragedy don’t mix, or are even contradictory. At the very least, their interconnection seems unfortunate. While hostile humor attacks the vulnerable (Berger, 1999)—ranging from mocking someone who stumbles and falls to dark political cartoons, or memes about disasters often seen today as disrespectful, politically incorrect, or even discriminatory—these expressions exist. There are also less aggressive or more benevolent types of humor, even naïve ones (Freud, 2008), that address difficult or dramatic situations, whether real or imagined, dominant narratives or deeply felt experiences. For example, newspaper cartoons during the 2009 influenza outbreak in Mexico—initially called “swine flu” and compared to previous WHO alerts like avian flu or mad cow disease.

Specific studies emphasize humor’s notably positive role during and after high-stress events: as a means of expression and connection, or for evasion or reinterpretation—depending on the individual, their culture, and the context. Humor contributes to collective recovery and much-needed social cohesion in highly complex environments and times (Fernández et al., 1999; Páez et al., 2001). And what of laughter as a way to break or relativize fear? Survivors of tragedy who use humor can neutralize the horror of trauma and even overcome it (Ziv, 1984). Humor is also a way to release aggression (Freud, 2008)—a form of hostility or defense, where anger is channeled into seemingly humorous expressions, giving it form and visibility. An example is the political cartoon response to the September 19, 2017 earthquake in Mexico.

As stated here, humor appears in natural disasters and social catastrophes (Beristáin et al., 1999), as well as in personal traumas (Levine & Frederick, 1996) and crises of all kinds. It is even considered a human strength and virtue (Seligman, 2011) and a driver of resilience (Vanistendael, 2013): that is, the capacity to adapt, recover, and even grow following a stressful, adverse experience (Vanistendael & Lecomte, 2002).

Some believe human development can undergo a metamorphosis—reversing the traumatic experience and re-adapting to the environment with traces of hope (Cyrulnik, 2002, 2007, 2010). Resilience is a process—organized, social, and intrapsychic phenomena—by which individuals or human groups seek health. In general, narratives and words of hope, family and social bonds, and positive expectations sketch a desirable life ahead. Learning to absorb the blow, triggering varied effects, and sometimes even revitalization. Resilience is the ability to succeed socially in an acceptable way despite the adversity and stress posed by risk (Vanistendael, 2013). It’s not just about bouncing back, but about growing into something new—without denying the past, overcoming it, and opening to the future (Vanistendael & Lecomte, 2002). A kind of strength that enables individual and social life amid crisis. It drives people to find resources to keep going, grounded in life (Manciaux et al., 2010). It means protecting one’s integrity under pressure and maintaining a vital, positive attitude during difficult circumstances, while appropriately facing the situation. Resilience is built and developed by each person and within each context. And it is in this process that humor is activated and unfolds—as a value, a strength, and a virtue (Seligman, 2011).

Personal Traumas

Along the same lines, something similar applies in therapeutic settings—from Freud to Ellis, Frankl, Erickson, and many others. Humor is considered a psychological resource for facing adversity and a motor for personal and social change (Salameh & Fry, 2001; Alemany & Cabestrero, 2008; Rodríguez, 2008; Chazenbalk, 2006). It’s not just about resilience and strength—humor also reduces stress and anxiety, boosts the immune system, and fosters positive emotions. In therapy, appropriately used humor not only entertains or distracts—it changes reference frames, opens up new ways of perceiving and experiencing life. Of course, it must be suitable and effective humor—measured and assertive. Again, an image from the 2009 influenza outbreak in Mexico illustrates this: a joke turned cartoon of the Ángel de la Independencia in Mexico City, reacting to an earthquake just two days after the national influenza alert in April 2009.

Finally, in the face of personal traumas, social catastrophes, and disasters, humor often emerges—even black humor. Think of jokes about the Holocaust or 9/11 globally, or floods and earthquakes in Mexico—produced by media professionals or the general population, in street jokes, social media memes, or therapy sessions. There’s a difference between hostile jokes made about disasters and the humor created by those affected; the latter lifts personal spirits and strengthens social bonds (Ziv, 1984) during moments when both are greatly needed.

Humor is a positive part of rebuilding after a catastrophe or disaster and the resulting post-traumatic stress—it helps uplift spirits, enabling people to express, reinterpret, connect, and even evade or relax (Páez et al., 2001). Humor is also beneficial in clinical interventions (Salameh & Fry, 2001).

Final Notes

Humor and laughter provide company and help make certain painful or stressful circumstances—physical or mental, individual or collective, real or imagined—more bearable. They bring relaxation, muscle movement, and improve circulation and breathing. They also enhance relationships and trust, especially valuable in today’s world (Vanistendael & Lecomte, 2002). International health organizations promote the use of humor during crises, traumas, and disasters, noting that it is part of resilient strategies, styles, and actions used to solve problems, release tension, and restore emotional balance (PAHO, 2020).

Just as this text began with a quote by Anaut, it ends with another from the same author:
“Seemingly lighthearted and recreational in daily life, humor is also present in the most difficult situations. It transforms reality through language and creativity, revealing the absurd or incongruent sides of events. Humorous attitudes tend to ease the weight of pain and suffering, mixing in a bit of pleasure with sadness” (Anaut, 2017:18).

A Feline Farewell:
A man was sitting on his sofa watching cowboy movies with his cat by his side. Suddenly, the man says to the cat: “Did you see that idiot cowboy? Pretending to talk to his horse.”

 

 

References

Alemany, A., & Cabestrero, R. (2008). El sentido del humor: Teoría y terapia. Madrid: Catarata.

Anaut, M. (2017). Resilience and humor. In M. Vanistendael (Ed.), Resiliencia. Una mirada desde las ciencias sociales (pp. 17–27). Bilbao: Universidad de Deusto.

Berger, P. (1999). Redeeming laughter: The comic dimension of human experience. Berlin: Walter de Gruyter.

Beristáin, C. M., Páez, D., Rimé, B., & Kanyangara, P. (1999). La memoria colectiva de la catástrofe: El caso de América Latina. San Sebastián: Universidad del País Vasco.

Chazenbalk, C. (2006). Terapia con humor: El sentido del humor como recurso terapéutico. Buenos Aires: Paidós.

Cyrulnik, B. (2002). Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. Barcelona: Gedisa.

Cyrulnik, B. (2007). Autobiografía de un espantapájaros. Barcelona: Gedisa.

Cyrulnik, B. (2010). El amor que nos cura. Barcelona: Gedisa.

Fernández, I., Páez, D., & González, J. L. (1999). Emociones colectivas y catástrofes: Dinámicas psicosociales. Revista de Psicología Social, 14(1), 3–30.

Freud, S. (2008). El chiste y su relación con lo inconsciente. Madrid: Alianza Editorial. (Original work published 1905)

Levine, P. A., & Frederick, A. (1996). Waking the tiger: Healing trauma. Berkeley, CA: North Atlantic Books.

Manciaux, M., Vanistendael, S., Lecomte, J., & Cyrulnik, B. (2010). La resiliencia: Resistir y rehacerse. Buenos Aires: Gedisa.

Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2020). Atención psicosocial y salud mental en emergencias y desastres: Guía de intervención. Washington, DC: Organización Panamericana de la Salud.

Páez, D., Basabe, N., Ubillos, S., & González, J. L. (2001). Social sharing, participation in demonstrations, emotional climate, and coping with collective violence after the March 11th Madrid terrorist attack. Journal of Social Issues, 63(2), 323–337.

Rodríguez, A. (2008). Psicología del humor. Madrid: Biblioteca Nueva.

Salameh, W., & Fry, W. F. (2001). Humor and wellness in clinical intervention. International Journal of Humor Research, 14(1), 1–20.

Seligman, M. E. P. (2011). Flourish: A visionary new understanding of happiness and well-being. New York: Free Press.

Vanistendael, S. (2013). Resilience as a basis for future child protection. In M. Vanistendael (Ed.), Resiliencia. Una mirada desde las ciencias sociales (pp. 109–118). Bilbao: Universidad de Deusto.

Vanistendael, S., & Lecomte, J. (2002). La felicidad es posible: Desarrollando la resiliencia en la infancia. Barcelona: Gedisa.

Ziv, A. (1984). Personality and sense of humor. New York: Springer.

 

(This text has been translated into English by ChatGPT)

 

Copyright © Ana María Fernández Poncela. Publicado en Humor Sapiens con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.