En marzo del año pasado, Jan Böhmermann, uno de los humoristas más populares y controvertidos del país, recitó en su programa de televisión un poema que difamaba al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, de la forma más vulgar, zoofilia incluida. El humorista explicó que era un ejercicio para demostrar la diferencia entre la sátira y la difamación.
Erdogan no lo entendió así y pidió al Gobierno alemán que se procesara al profesional. Para ello se acogió a un párrafo del Derecho penal alemán que data de los tiempos de la monarquía en el siglo XIX y que castiga la difamación de un jefe de Estado o miembros de gobiernos extranjeros.
Para que los fiscales alemanes actúen conforme al párrafo 103, el gobierno federal debe dar su visto bueno. El caso Böhmermann puso en aprietos a la canciller Angela Merkel, ya que Turquía es un aliado fundamental. Finalmente, Merkel autorizó el proceso contra el humorista entre fuertes protestas de la sociedad alemana. Al mismo tiempo, el gobierno decidió abolir el polémico párrafo. El proceso contra Böhmermann fue cerrado sin cargos, pero se ha prohibido la difusión de su poema satírico contra Erdogan. Un poema que ha acabado con una ley anacrónica.
Desde aquí les enviamos nuestras buenas vibras a Böhmermann por el susto y las molestias, a pesar de no gustarnos ese tipo de humor.
"Crear, pensar y vivir con humor".