A Aramís Quintero, a pesar de ser mi coterráneo y estar trabajando en cosas afines en la misma ciudad, lo vine a conocer en el Primer Festival de Cine Latinoamericano de La Habana. Fuimos como delegados por Matanzas. Él por el departamento de Cine de Cultura y yo como presidente de los Cine-Club de la provincia. Nos ubicaron en la misma habitación del hotel. Amaneciendo el primer día, me levanté muy temprano para ir al baño y al pasar por el lado de su cama, me fijé que en su mesita de noche tenía un libro de poemas de Ernesto Cardenal. Me atreví a hojearlo y sin llegar al final, escuché la voz de Aramís que me decía algo así como “¿te gusta la poesía?”. Mi respuesta fue “leo poca poesía” Y agregué: “¿te gusta la poesía de Omar Khayyam?”. No pude saber nunca por qué le pregunté eso. Quizás porque fue el último poeta que había leído, no sé. Entonces Aramís, extrañado y pensando que yo era un mentiroso y descarado, me dijo: “¿Por qué leíste mi poema?”. Yo no entendí nada en ese momento. Después lo aclaramos. Resulta que Aramís, al regresar esa noche al hotel, se inspiró y escribió en un papelito un poema donde mencionaba a Omar Khayyam. Dobló el papel y lo colocó al final del libro de Cardenal. Pero yo juro que ni siquiera vi ese papelito, porque hojeando no llegué al final. Fue algo extraño lo que sucedió, porque Khayyam no es alguien tan conocido y popular como para estar mencionándolo y menos alguien que no lee con asiduidad poesía como yo. En fin, ese hecho “misterioso” nos unió y nos convertimos enseguida en grandes amigos.
Después la historia es más conocida. Al darnos cuenta de lo parecido de nuestros sentidos del humor, junto al gran amigo Moisés Rodríguez creamos el grupo de humor literario y gráfico “Tubería de Media Pulgada". Y después fundamos el grupo de humor escénico “La Seña del Humor de Matanzas”.
En La Seña escribíamos juntos los guiones, hacíamos la dirección artística, la dirección de actores, los diseños de luces y audio y actuábamos casi siempre formando una pareja de humor por contraste. Diferencias de estaturas; además, él grave y solemne y yo todo lo contrario.
Y por último, la vida nos acercó más al ser contratados ambos por Televisión Nacional de Chile, para escribir los últimos 60 capítulos del programa “Pin Pon” de Jorge Guerra y quedarnos a vivir en este país.
Por ello, además de ser un honor tenerlo en este vis a vis, es muy placentero.
Comienzo...
PP: Siempre fuiste un respetado poeta, un laureado literato. De pronto te entregas a la creación humorística, primero aficionadamente y enseguida de forma profesional. ¿Eso vino a desordenar tu vida? ¿A remover un poco tus metas y ambiciones? ¿En qué te cambió?
ARAMÍS: No recuerdo ninguna sensación de desorden o trastorno, al contrario, recuerdo esa etapa como muy estimulante. Ya antes de La Seña, cuando tú y yo comenzamos a hacer cosas de humor, recordarás cómo nos divertíamos. Y luego La Seña quizás incidió en mi desarrollo literario, por el trabajo con los libretos, la creación de diálogos, situaciones, etc. Siempre tuve claro que los textos eran esenciales para el humor que queríamos hacer, y lo tomé en serio. Ese tipo de humor, y el nivel que queríamos lograr, se basaban ante todo en los textos. Eso me exigía mucho, y me estimulaba. Aunque también es cierto que me quitó mucho tiempo que pude haber dedicado al trabajo literario y a lecturas que me hubieran venido muy bien en esa época.
PP: Claro que recuerdo lo mucho que nos divertíamos. A veces, creando en los sillones de tu casa teníamos que parar el trabajo por estar, literalmente, llorando de la risa.
Pero más allá de lo divertido que fuese para ti hacer humor, ¿qué importancia le das al humor en tu trabajo y en tu vida?
ARAMÍS: Para mí tiene una importancia de primer orden. Ya sabemos que al humor, como trabajo creativo y artístico, siempre se le ha subestimado. Recuerdo que al principio alguna gente que me conocía como escritor no entendía que yo me dedicara a hacer “gracias” en escena. Pero a mí, cuando niño, me gustaban mucho La tremenda corte y otros programas humorísticos de radio y TV. Y luego me sedujo el humor que hay en grandes escritores como Cervantes, Chejov, Chesterton, Eca de Queiroz, Umberto Eco, y otros. Y en un mimo como Marcel Marceau. Y desde luego en grandes figuras del cine. Yo sentí claramente que el humor es una dimensión humana esencial, un factor de equilibrio en la visión que se tenga de la vida, y del arte. La falta de desarrollo y estímulo de esa dimensión, es algo grave, es una seria mutilación del espíritu. No concibo una vida sana sin humor. Y en cuanto a mi propio trabajo literario, el humor ha sido frecuente, no sólo en mis libros para niños sino también en los de adultos.
PP: Totalmente de acuerdo. Una pregunta: ¿el humorista nace o se hace?
ARAMÍS: Creo que para todo hay que nacer con algo y luego afinarlo, trabajarlo. El que tiene ese algo sin trabajar, motiva que uno diga “qué lástima”. Y el que trabaja lo que no tiene, motiva que uno escape despavorido.
PP: Retomo tu trabajo en La Seña del Humor. Se divide en dos partes: antes de 1992 y después de ese año. ¿Cuáles fueron las diferencias creativas? ¿Disfrutaste más, o menos, esa segunda etapa?
ARAMÍS: La segunda etapa me obligó a trabajar mucho más en todo lo que hace falta para llevar las ideas a un escenario, lo cual me significó un mayor desarrollo personal. Pero fueron tantas las adversidades, que no lo pude disfrutar como antes. La primera adversidad fue que yo volví solo de nuestro viaje a Chile. Nuestra complicidad y apoyo mutuo para todo lo de La Seña, se acabó. El tiempo de diversión que tú y yo compartíamos inventando números y espectáculos, se acabó. Y ya sabes la historia, el grupo se fue desintegrando. A todo el mundo le iba de mal en peor, y la gente de La Seña no fue una excepción. Llegamos a quedar sólo cuatro, luchando contra viento y marea, como decía Popeye que decía Simbad. Ya no teníamos apoyo para nada (transporte, producción, divulgación, etc.), y ganábamos una miseria. Con decirte que una vez el pago de una actuación consistió en una bolsa de leche. (Y bien que nos vino). Y la última vez, no nos pagaron. Por supuesto que no lo disfruté igual. Imagínate, tuve momentos en que lo hubiera mandado todo al diablo, de haber podido. Bueno, fue lo que hice al final.
PP: A pesar de tantas penurias, sé que La Seña continuó su trabajo sin perder su estilo y llenaron el Teatro Sauto como siempre. En eso me tengo que quitar el sombrero ante ti y ante Moisés, Leandro y Adrián por sobrevivir en esos duros años 90 y más encima en provincia, después de haber tocado el cielo en Cuba en los años 80.
Desde tu perspectiva, separándote en lo posible de tu parcialidad al ser fundador, coguionista, comediante y codirector artístico hasta 1992 y guionista, comediante, director artístico y general hasta el año 1999, ¿podrías resumir los logros de La Seña, su aporte, su impacto en la sociedad cubana?
ARAMÍS: Esa pregunta es muy amplia. A eso me referí en mi historia del grupo, La Seña del Humor de Matanzas, publicada en Amazon. En resumen, La Seña marcó un antes y un después en la mirada sobre el humor escénico en Cuba, en las formas de hacer, en el espíritu de ese humor, incluso en las expectativas del público. El público aprendió a esperar algo muy distinto de lo que era una comedia de costumbres, por ejemplo, o un cuenta-chistes, o un imitador, por mencionar tres formas muy conocidas. Aprendió a sorprenderse, a esperar cualquier cosa. Fue un gran cambio de códigos. Y bueno, parcialidad aparte, me remito a los hechos: lo que se ha llamado “nuevo humor cubano”, en la escena, comenzó a partir de La Seña, en enero de 1984.
Por otra parte, muchos números de La Seña eran no sólo humorísticos sino también lindos, tú recuerdas cómo disfrutábamos eso al crearlos, y luego en el montaje. Creo que nuestro grupo se distinguió por ese vuelo artístico. Con unos músicos y un diseñador tan buenos como los nuestros, podíamos hacer en escena lo que quisiéramos, con gracia y belleza.
PP: Ni me hables de eso. Yo aún babeo recordando cada uno de los números nuestros. ¡Me enorgullece tanto ese trabajo! Pero ahora dime, ¿te hubiera gustado que la Seña hubiera seguido como iba en 1991? ¿Te hubiera gustado ampliar el trabajo del grupo, al tener buenos creadores en otras manifestaciones artísticas? ¿Te hubiera gustado que se hubiese proyectado internacionalmente?
ARAMÍS: En 1991 hicimos el espectáculo Cinemaseña, donde sólo trabajamos cuatro miembros del grupo. En esa reducción incidieron distintos problemas, seguramente lo recuerdas. Fue un espectáculo novedoso, muy gratificante en lo artístico, y por su éxito de público, que fue el de siempre. Pero, contestando tu pregunta, yo hubiera querido que La Seña siguiera como iba en 1989, digamos, antes que los problemas se agudizaran. Me hubiera gustado seguir haciendo lo que hacíamos, cada vez con mayor exigencia creativa, con números tan elaborados como “La fuga”, que presentamos en 1990. Y quizás, eventualmente, hubiéramos incluido otras manifestaciones artísticas, no sé. De hecho, en Cinemaseña usamos el cine, ¿no? Creo que hubiéramos podido hacer muchas cosas. Y una proyección internacional, que tanto queríamos, nos hubiera ayudado mucho quizás. Pero los hados no lo quisieron así. Recuerda que nos mandaron invitaciones que quedaron sepultadas en las oscuras gavetas de los hados.
PP: ¡Cómo no me voy a acordar! Ahora te consulto una duda que varios admiradores de nuestro grupo me han hecho: ¿el humor de La Seña funcionaría en estos tiempos en Cuba?
ARAMÍS: No lo sé. Pero no lo descarto. Cuando La Seña comenzó, unos cuantos profetizaron que ese humor no iba a funcionar, que el terreno no le era propicio. Y tenían sus razones. Ahora también podría haber razones en ese sentido, pero dudo que serían definitivas. Un humor como el de La Seña es flexible, lo mismo en cuanto a temas que en cuanto a formas y niveles. Puede tener un público masivo, o más selectivo. El humor de La Seña, con tanto juego, y tanto absurdo y humor blanco, encajaba muy bien con el modo de ser del cubano, eso fue decisivo en la aceptación inmediata del público, y ahora podría ocurrir lo mismo. En fin, si fuera posible, la experiencia diría la última palabra, tal como la dijo en los años 80.
PP: ¿Sabes que en la página de Facebook de La Seña escribe mucha gente pidiendo que nos volvamos a reunir? ¿Ves eso posible desde el punto de vista práctico de los miembros y de si vale la pena hacerlo?
ARAMÍS: En la práctica no me parece posible. Al menos, no todo el grupo. Ya perdimos a Miguelito, y a Lueje, nuestro productor. Y el resto sigue siendo numeroso y difícil de reunir. Quizá tres o cuatro. ¿Que si vale la pena? Bueno, valdría la pena si esos tres o cuatro pudieran preparar, a distancia, una presentación que valiera la pena. Eso es lo más difícil, y si artísticamente no vale la pena, entonces la reunión no vale la pena, excepto para vernos y darnos un abrazo, cosa que siempre vale la pena.
PP: Salgo del tema “Señístico”. Para ti, ¿existen diferencias entre el humor cubano actual y el que se hizo en los años 80?
ARAMÍS: Lo que sé del humor cubano actual es muy fragmentario, no te puedo decir mucho. Pero ya a finales de los años 90 vi que ganaba terreno un humor bastante distinto, más alejado del teatro y más cercano a la TV comercial y a los espacios de diversión más comunes. El humor de los años 80 en Cuba fue un caso de conjunción astral irrepetible: se pensaba en el teatro, sin otro rating que la risa inmediata del público. En buena medida se hacía humor blanco, cosa muy significativa. No prevalecía el interés comercial, tú sabes, el único interés predominante se daba en términos de ingenio y arte. Las diferencias las determinaba el talento, la creatividad. Y el público era parte del fenómeno astral, porque, aunque en el fondo diferenciaba los niveles creativos, los acogía a todos por igual. Todo el mundo tenía cabida. No sé de nada parecido en ninguna otra parte.
PP: Y para seguir con las comparaciones, ¿puedes decirme las diferencias entre el humor cubano y el chileno, ya que conoces bien a ambos?
ARAMÍS: Esa sería una comparación muy laboriosa. Y si la quiero hacer más simple, la falsifico. No voy a dármelas de antropólogo ni de sociólogo ni de psicólogo. Conozco el humor escénico cubano de los 80 y el humor chileno televisivo de ahora, pero ahí no hay términos de comparación. Conozco el humor radial de La tremenda corte, pero no conozco nada comparable en Chile. Pienso que el humor cubano tiene una historia más amplia y diversa en cuanto a formas y niveles artísticos. También sé que en la TV chilena de años atrás hubo espacios humorísticos más elaborados artísticamente que los de ahora. Creo que los de ahora son como los que hay en la TV de cualquier parte: improvisados, gruesos, facilistas, por momentos groseros, y muy limitados a lo contingente. Y si de repente hay un relámpago de vis cómica, aleluya. Fuera de la TV se puede encontrar algo mejor, pero excepcional. Y lo que no está en TV, como que no existe. En Chile hay actores y actrices de nivel, que podrían hacer muy buen humor, pero, en la práctica, aquí el humor no tiene la consideración que ha tenido siempre en Cuba.
PP: Ahora me amplío a Latinoamérica. En varios países por aquí se dice: "Mi país es un pueblo de humoristas", "en mi país, tú mueves una piedra y sale un humorista", etc. ¿En el país donde vives se dice lo mismo?
ARAMÍS: Por supuesto. Sobre todo en los estratos sociales más bajos, donde el humor es más espontáneo, menos inhibido (se cuida menos la imagen), la gente se percibe como muy humorista. (Claro que a cada pueblo le falta referencia de los demás y no puede comparar). Pero la pobreza antes mencionada es transversal a toda la sociedad. Un buen reflejo de ello es quizás el siguiente: en ciertos talleres donde he participado, cuando se ha establecido el contexto y el permiso para hacer chistes, he visto a señoras y señores y señoritas (finos y tímidos como el que más) hacer unos chistes no solo malos sino tan groseros que me han sorprendido. Obviamente, eso y ninguna otra cosa es para ellos el humor. Si les piden un chiste, se trata de eso, qué culpa tienen.
PP: ¿Qué piensas del cambio que ha sucedido en este Continente al ponerse tan de moda el stand up comedy, desplazando un poco o mucho el teatro humorístico tradicional?
ARAMÍS: Bueno, los talentos personales se imponen, como siempre. Con cualquier formato. Pero el formato del stand up comedy facilita el facilismo, la improvisación, y cualquiera puede creerse capaz de hacerlo bien. Ahí no hay otra cosa que la gracia personal de quien lo haga, y la calidad que tenga su texto. Y aparte de esos dos factores, ante cualquier presentación cabe preguntarse: ¿hay un trabajo eficaz con el texto? ¿Qué exigencia artística hay en juego? Como tú sabes, en este formato no hay que interpretar un personaje, no se requiere una actuación. Pero hay que decir un texto. Y decir un texto con eficacia y nivel humorístico, es un reto. ¿O no? Si la gente se ríe simplemente de una vulgaridad o la burla de una figura pública, eso por sí solo no habla bien ni del texto, ni de quien lo dice. Ni del público.
PP: Pero, lamentablemente, es lo que está sucediendo con frecuencia. Ahora me extiendo aún más y abarco el mundo entero. ¿Ha bajado el nivel cualitativo del humor en todas las manifestaciones artísticas en estos tiempos? ¿En todas las artes en general ha pasado lo mismo?
ARAMÍS: No puedo abarcar tanto. Pero creo que se siguen haciendo muy buenas cosas en los distintos lenguajes, a cada rato veo alguna. El problema es la masificación que hay en todo. Una masificación más aplastante que nunca, y ya sabemos la relación entre masividad y calidad. Sí creo que el nivel del humor televisivo lleva ventaja desde hace mucho tiempo en eso de rodar y rodar, como dice la canción mexicana. Mucho tiempo rodando hacia el abismo, y no para.
PP: Entonces dejo el mundo y me centro en ti. ¿Estás consciente de que eres una figura muy destacada en la historia del humor cubano, tanto por tu labor en La Seña como por tu literatura humorística?
ARAMÍS. Pela, esa pregunta me obligaría a meterme en el famoso personaje Modesto Humilde Sencillo, y no lo tengo bien ensayado. Además, eso de destacarse, o no destacarse, lo determinan siempre otros, cuando ya hay una perspectiva. Y por lo general, a esas alturas el interesado ya no está, así que no va a alegrarse o deprimirse. Soy consciente de lo que hice, pero no de cómo se podrá ver en perspectiva. Esto vale para el humor, y para todo el trabajo literario.
PP: Es lógico que evadas responder. Pero no es necesario hablar de futuro para saberlo. Si estás consciente de lo que hiciste y lo comparas objetivamente con el pasado, con la historia del humor cubano, podría darte luces de que en esa historia estarás por derecho propio. Pero sigamos en lo personal. Después de publicar el libro de la Historia de la Seña, el de los guiones del repertorio de La Seña y el de cuentos humorísticos, ¿tienes otros proyectos en mente, tanto de humor para adultos como para niños?
ARAMÍS: Tengo engavetadas algunas novelas para niños en las que hay bastante humor. Cuando las publique veré si debajo de ellas había algo en mente.
PP: ¿Qué te gustaría hacer dentro del humor que no hayas hecho hasta ahora?
ARAMÍS: Si fuera para la escena, sería algo como el humor de La Seña, pero quizás con más absurdo aun, y con más reflexión, sin dejar de ser lúdico.
PP: Voy a cerrar esta entrevista con una pregunta que a casi todo el mundo le hago: ¿se te ocurre una pregunta que deseaste te hubiera hecho? Y si es así, ¿puedes responderla aquí y ahora?
ARAMÍS: Podías hacerme la clásica pregunta de si soy optimista o no. Y sí, Pela, definitivamente soy optimista, aunque no creo tener buenas razones para ello.
Bueno, como diría Einstein, gracias por el espacio-tiempo que me has dedicado. Comprenderás que tuve que implicarte en algunas respuestas, por nuestra historia de humor correspondido.
PP: Ya te dije que fue un honor, un placer y una emoción compartir contigo este diáloco. Incluso creyendo saber lo que me responderías, porque nos conocemos bastante. No me despido como he hecho con otros entrevistados, porque a ti en cualquier momento te llamo o me aparezco en tu casa.
Te quiero siempre.
Interview with Aramís Quintero
By Pepe Pelayo
Humor, as a creative and artistic work, has always been underestimated
I came to meet Aramís Quintero at the First Latin American Film Festival in Havana, despite being fellow countrymen and working on similar things in the same city. We went as delegates from Matanzas. He for the Cultural Cinema department and I as president of the Cine-Club of the province. They placed us in the same hotel room. At dawn on the first day, I got up very early to go to the bathroom and as I passed by his bed, I noticed that on his nightstand he had a book of poems by Ernesto Cardenal. I dared to leaf through it and without reaching the end, I heard Aramís' voice saying something like “do you like poetry?” My response was “I read little poetry.” And I added: “Do you like Omar Khayyam's poetry?” I could never find out why I asked him that. Maybe because he was the last poet I had read, I don't know. Then Aramís, surprised and thinking that I was a shameless liar, told me: “Why did you read my poem?” I didn't understand anything at that moment. Afterwards we clarify. It turns out that Aramís, upon returning to the hotel that night, was inspired and wrote a poem on a piece of paper where he mentioned Omar Khayyam. He folded the paper and placed it at the end of Cardenal's book. But I swear I didn't even see that little piece of paper, because I couldn't get to the end when I was leafing through it. What happened was something strange, because Khayyam is not someone well-known and popular enough to be mentioning him, much less someone who does not regularly read poetry like me. Anyway, that “mysterious” fact brought us together and we immediately became great friends.
Later the story is better known. Realizing how similar our senses of humor are, together with our great friend Moisés Rodríguez we created the literary and graphic humor group “Tubería de Media Pulgada”. And then we founded the stage humor group “La Seña del Humor de Matanzas”.
In La Seña we wrote the scripts together, we did the artistic direction, the direction of actors, the lighting and audio designs and we almost always acted forming a couple of contrasting humor. Height differences; Furthermore, he was serious and solemn and I was the opposite.
And finally, life brought us closer when we were both hired by National Television of Chile, to write the last 60 episodes of the program “Pin Pon” by Jorge Guerra and to stay and live in this country.
Therefore, in addition to being an honor to interview him, it is very pleasant.
Beginning...
PP: You were always a respected poet, a literary laureate. Suddenly you give yourself over to humorous creation, first amateurishly and then professionally. Did that come to mess up your life? To shake up your goals and ambitions a little? How did it change you?
ARAMÍS: I don't remember any feeling of disorder or disorder, on the contrary, I remember that stage as very stimulating. Even before La Seña, when you and I started doing humorous things, you will remember how much fun we had. And then La Seña perhaps had an impact on my literary development, due to the work with the scripts, the creation of dialogues, situations, etc. I was always clear that the texts were essential to the humor we wanted to create, and I took it seriously. That type of humor, and the level we wanted to achieve, was based first and foremost on the texts. That demanded a lot of me, and stimulated me. Although it is also true that it took away a lot of time that I could have dedicated to literary work and reading that would have been very good for me at that time.
PP: Of course I remember how much fun we had. Sometimes, while creating on the couches at home, we had to stop working because we were literally crying with laughter.
But regardless of how fun it was for you to do humor, what importance do you give to humor in your work and in your life?
ARAMÍS: For me it is of first order importance. We already know that humor, as a creative and artistic work, has always been underestimated. I remember that at first some people who knew me as a writer did not understand that I dedicated myself to doing “graces” on stage. But as a child, I really liked The Tremendous Court and other humorous radio and TV programs. And then I was seduced by the humor found in great writers like Cervantes, Chekhov, Chesterton, Eca de Queiroz, Umberto Eco, and others. And in a mime like Marcel Marceau. And of course in great figures of cinema. I clearly felt that humor is an essential human dimension, a factor of balance in one's vision of life and art. The lack of development and stimulation of that dimension is something serious, it is a serious mutilation of the spirit. I can't conceive a healthy life without humor. And as for my own literary work, humor has been frequent, not only in my books for children but also in those for adults.
PP: I totally agree. But I continue: your work in La Seña del Humor is divided into two parts: before 1992 and after that year. What were the creative differences? Did you enjoy that second stage more, or less?
ARAMÍS: The second stage forced me to work much harder on everything necessary to bring ideas to a stage, which meant greater personal development. But there were so many adversities that I couldn't enjoy it like before. The first adversity was that I returned alone from our trip to Chile. Our complicity and mutual support for everything about La Seña is over. The fun time that you and I shared inventing numbers and shows is over. And you know the story, the group disintegrated. Everyone was going from bad to worse, and the people of La Seña were no exception. There were only four of us left, fighting against all odds, as Popeye said Sinbad said. We no longer had support for anything (transport, production, dissemination, etc.), and we earned a pittance. Just telling you that once the payment for a performance consisted of a bag of milk. (And well it came to us). And last time, they didn't pay us. Of course I didn't enjoy it the same. Imagine, I had moments when I would have sent everything to hell, if I could. Well, that's what I did in the end.
PP: Despite so many hardships, I know that La Seña continued its work without losing its style and filled the Sauto Theater as always. In that I have to take my hat off to you and to Moisés, Leandro and Adrián for surviving in those hard 90s and even more so in the province, after having touched heaven in Cuba in the 80s.
From your perspective, separating yourself as much as possible from your bias by being founder, co-writer, comedian and co-artistic director until 1992 and screenwriter, comedian, artistic and general director until 1999, could you summarize the achievements of La Seña, its contribution, its impact on Cuban society?
ARAMÍS: That question is very broad. That's what I referred to in my story of the group, La Seña del Humor de Matanzas, published on Amazon. In summary, La Seña marked a before and after in the outlook on stage humor in Cuba, in the ways of doing,
in the spirit of that humor, even in the expectations of the public. The public learned to expect something very different from what was a comedy of manners, for example, or a joke teller, or an imitator, to mention three well-known forms. He learned to be surprised, to expect anything. It was a big code switch. And well, bias aside, I refer to the facts: what has been called “new Cuban humor”, in the scene, began with La Seña, in January 1984.
On the other hand, many La Seña numbers were not only humorous but also cute, you remember how we enjoyed that when creating them, and then in the editing. I think our group was distinguished by that artistic flight. With musicians and a designer as good as ours, we could do whatever we wanted on stage, with grace and beauty.
PP: Don't even talk to me about that. I still drool remembering each of our numbers. I'm so proud of that work! But now tell me, would you have liked the Seña to have continued as it was in 1991? Would you have liked to expand the group's work, by having good creators in other artistic manifestations? Would you have liked it to have been screened internationally?
ARAMÍS: In 1991 we did the show Cinemaseña, where only four members of the group worked. Different problems influenced this reduction, you surely remember. It was a new show, very gratifying artistically, and for its success with the public, which was the same as always. But, to answer your question, I would have wanted La Seña to continue as it was in 1989, let's say, before the problems worsened. I would have liked to continue doing what we did, with increasingly greater creative demands, with numbers as elaborate as “La fuga”, which we presented in 1990. And perhaps, eventually, we would have included other artistic manifestations, I don't know. In fact, at Cinemaseña we use cinema, right? I think we could have done a lot of things. And an international projection, which we wanted so much, would have perhaps helped us a lot. But the fates did not want it that way. Remember that they sent us invitations that were buried in the dark drawers of fate.
PP: How can I not remember! Now I ask you a question that several admirers of our group have asked me: would La Seña's humor work in these times in Cuba?
ARAMÍS: I don't know. But I don't rule it out. When La Seña began, a few prophesied that this mood was not going to work, that the terrain was not favorable for it. And they had their reasons. Now there could also be reasons in that sense, but I doubt they would be definitive. Humor like La Seña is flexible, both in terms of themes and in terms of forms and levels. It can have a massive audience, or a more selective one. The humor of La Seña, with so much play, and so much absurdity and white humor, fit very well with the Cuban way of being, that was decisive in the immediate acceptance of the public, and now the same thing could happen. In short, if it were possible, experience would say the last word, just as it did in the 80s.
PP: Do you know that on the La Seña Facebook page many people write asking that we meet again? Do you see that possible from a practical point of view of the members and whether it is worth doing?
ARAMÍS: In practice it doesn't seem possible to me. At least, not the entire group. We already lost Miguelito, and Lueje, our producer. And the rest are still numerous and difficult to gather. Maybe three or four. What if it's worth it? Well, it would be worth it if those three or four could prepare, from a distance, a worthwhile presentation. That is the most difficult thing, and if artistically it is not worth it, then the meeting is not worth it, except to see each other and give each other a hug, which is always worth it.
PP: I am leaving the topic “Signistics”. For you, are there differences between current Cuban humor and that made in the 80s?
ARAMÍS: What I know about current Cuban humor is very fragmentary, I can't tell you much. But already at the end of the 90s I saw that a quite different humor was gaining ground, further away from theater and closer to commercial TV and the most common entertainment spaces. The humor of the 80s in Cuba was a case of unrepeatable astral conjunction: theater was thought of, with no other rating than the immediate laughter of the audience. To a large extent white humor was used, which was very significant. Commercial interest did not prevail, you know, the only predominant interest was in terms of ingenuity and art. The differences were determined by talent and creativity. And the public was part of the astral phenomenon, because, although deep down it differentiated the creative levels, it welcomed them all equally. Everyone had a place. I don't know of anything like it anywhere else.
PP: And to continue with the comparisons, can you tell me the differences between Cuban and Chilean humor, since you know both well?
ARAMÍS: That would be a very laborious comparison. And if I want to make it simpler, I fake it. I am not going to pretend to be an anthropologist or a sociologist or a psychologist. I know the Cuban stage humor of the 80s and the Chilean television humor of now, but there are no terms of comparison there. I know the radio humor of The Tremendous Court, but I don't know anything comparable in Chile. I think that Cuban humor has a broader and more diverse history in terms of artistic forms and levels. I also know that on Chilean TV years ago there were humorous spaces that were more artistically elaborate than those of now. I think that the ones now are like those on TV anywhere: improvised, thick, facile, at times rude, and very limited to the contingent. And if suddenly there is a flash of comic relief, hallelujah. Outside of TV you can find something better, but exceptional. And what is not on TV, like it does not exist. In Chile there are high-level actors and actresses who could do very good humor, but, in practice, here humor does not have the consideration that it has always had in Cuba.
PP: Now I am expanding to Latin America. What do you think of the change that has happened on this Continent when stand-up comedy has become so fashionable, displacing traditional humorous theater a little or a lot?
ARAMÍS: Well, personal talents prevail, as always. With any format. But the stand up comedy format facilitates ease, improvisation, and anyone can believe themselves capable of doing it well. There is nothing there other than the personal grace of whoever does it, and the quality of their text. And apart from these two factors, before any presentation it is worth asking: is there effective work with the text? What artistic demand is at stake? As you know, in this format you do not have to play a character, no performance is required. But a text must be said. And saying a text effectively and with a humorous level is a challenge. Or not? If people simply laugh at a vulgarity or the mockery of a public figure, that in itself does not speak well of either the text or the person saying it. Not even from the public.
PP: But, unfortunately, that is what is frequently happening. Now I expand even further and cover the entire world. Has the qualitative level of humor decreased in all artistic manifestations in these times? Has the same thing happened in all the arts in general?
ARAMÍS: I can't cover that much. But I think that very good things continue to be done in different languages, I see something every now and then. The problem is the overcrowding that exists in everything. A more overwhelming massification than ever, and we already know the relationship between massiveness and quality. I do believe that the level of television humor has had an advantage for a long time in rolling and rolling, as the Mexican song says. For a long time rolling towards the abyss, and it doesn't stop.
PP: Then I leave the world and focus on you. Are you aware that you are a very prominent figure in the history of Cuban humor, both for your work in La Seña and for your humorous literature?
ARAMÍS. Pela, that question would force me to get into the famous character Modesto Humble Simple, and I don't have it well rehearsed. Furthermore, standing out, or not standing out, is always determined by others, when there is already a perspective. And usually, at that point the interested party is no longer there, so they are not going to be happy or depressed. I am aware of what I did, but not how it will look in perspective. This goes for humor, and for all literary work.
PP: It is logical that you avoid answering. But it is not necessary to talk about the future to know it. If you are aware of what you did and compare it objectively with the past, with the history of Cuban humor, it could give you light that you will be in that history in your own right. But let's continue personally. After publishing the book of the History of La Seña, the book of the scripts of the La Seña repertoire and the book of humorous stories, do you have other projects in mind, both humorous for adults and children?
ARAMÍS: I have some children's novels shelved in which there is a lot of humor. When I publish them I will see if there was something in mind underneath them.
PP: What would you like to do within humor that you haven't done until now?
ARAMÍS: If it were for the scene, it would be something like the humor of La Seña, but perhaps with even more absurdity, and with more reflection, while still being playful.
PP: I'm going to close this interview with a question that I ask almost everyone: can you think of a question that you wish I had asked you? And if so, can you answer it here and now?
ARAMÍS: You could ask me the classic question of whether I am an optimist or not. And yes, Pela, I am definitely an optimist, although I don't think I have good reasons for it.
Well, as Einstein would say, thank you for the space-time you have dedicated to me. You will understand that I had to involve you in some answers, due to our history of reciprocated humor.
PP: I already told you that it was an honor, a pleasure and an emotion to share this dialogue with you. Even thinking I knew what you would answer me, because we know each other quite well. I do not say goodbye as I have done with other interviewees, because I will call you at any time or show up at your house.
I love you always.
(This text has been translated into English by Google Translate)