Entrevistas a humoristas

Entrevista a Luis Felipe Calvo

PP: ¿Le gusta que le hagan entrevistas?

LUIS FELIPE: No mucho. Más allá del acto de vanidad que supone el pontificar como si uno fuera depositario de alguna Verdad, hay que arriesgarse a dar respuestas lo suficientemente inteligentes para no ser objeto de burlas o lo suficientemente entretenidas para no pecar de pedante. Peor aún cuando la gente cree que uno es humorista: las respuestas deben ser graciosas para estar a la altura de esa reputación. Expectativa, por cierto, que no entiendo muy bien, porque como en dicho en otros lugares nadie espera de una entrevista a Stephen King sea sobrecogedora y provoque terror.

PP: En este año 2016, ¿cómo ve el estado del humor en el país donde vive, en televisión, radio, teatro, literatura y gráfica?

LUIS FELIPE: El humor en México goza de buena salud. O al menos eso parece si tomamos en cuenta que a pesar de los muchos problemas que aquejan al país la gente no pierde eso que los franceses llaman la “joie de vivre”. El humor gráfico tiene notables exponentes –Rius, Naranjo, Trino, Kemchs, Helguera, Darío Castillejos…– y es, a mi entender, la manifestación artística que mejor revela la veta humorística del mexicano. La televisión, en cambio, es un horror, para desgracia de un país que con ayuda de los rusos dio al mundo a Cantinflas. La mayoría del humor que ahí se hace parece concebido para subnormales sometidos sin éxito a una lobotomía cerebral extrema. Se salva porque abundan en ella los “humoristas involuntarios”, gente que profiere tantos disparates al aire (desde conductores y comentaristas hasta funcionarios públicos, incluido el presidente de la República) que merece la pena encender la tele de vez en cuando para ver a la competencia. Del resto de las manifestaciones artísticas no tengo un conocimiento lo suficientemente amplio para atreverme a emitir un juicio.

 

PP: En todos los países de América Latina se dice: "Mi país es un pueblo de humoristas", "en mi país, tú mueves una piedra y sale un humorista", etc. ¿En el país donde vive se dice lo mismo?

LUIS FELIPE: No con esas palabras, pero la esencia es la misma: esa autoconciencia de ser un pueblo alegre, lleno de gente con capacidad para hacer reír, es propia también del mexicano. Hasta tienen su propia especialidad, el albur, como los ingleses tienen el “non-sense”.

 

PP: ¿Es verdad la acuñada frase: "Es más fácil hacer llorar que hacer reír?

LUIS FELIPE: Creo que sí. Como dice José Alfredo Jiménez: “No vale nada la vida // la vida no vale nada // comienza siempre llorando // y así llorando se acaba”. Hay que esforzarse mucho, en tanto creadores, para hacer reír a la gente una vez que adquiere conciencia de esos extremos trágicos. Los que fabrican telenovelas en serie incluso han llegado al exceso de convertir el llanto en un placer. Por demás, se puede llorar de alegría o reír hasta las lagrimas, incluso puede uno morirse de la risa, pero no conozco a nadie que ría de dolor.

 

PP: ¿Cuándo decidió hacerse humorista?

LUIS FELIPE: Todavía no lo decido (aquí va el emoticón de la carita feliz).

Esto de definirse como humorista siempre me ha producido cierta confusión ontológica. Pienso que se es dramaturgo, actor, cineasta, escritor, etc, y que lo de “humorístico” es un adjetivo y, por tanto, solo especifica o cualifica. El sustantivarlo me ha parecido siempre un recurso inventado para darle un nivel jerárquico que lo distancie de aquellos oscuros días medievales en que apenas si era el bufón de la corte y en el presente para compensar el poco reconocimiento que en ocasiones, lamentablemente, puede llegar a tener quien va por este “valle de lágrimas” ajeno a toda tristeza y solemnidad.

 

PP: ¿El humorista nace o se hace?

LUIS FELIPE: Se hace. Tener gracia, vis cómica, o cómo se le quiera llamar, no convierte a nadie en humorista. Es como pensar que cualquier persona con gracilidad y ritmo puede ser un Rudolf Nureyev o un Fred Astaire. Un humorista se define por su capacidad para razonar donde otros sólo se emocionan. El humor es un ejercicio intelectual que hay que practicar como otros van al gimnasio a desarrollar sus músculos. Nadie nace predestinado a ser Mr. Universo. Si quieres serlo la genética ayuda, pero hay que hacer pesas.

 

PP: ¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de su carrera hasta el día de hoy?

LUIS FELIPE: El peor tiene que ver con el olvido de un texto arriba del escenario. Esa angustia, como la del escritor ante la página en blanco, resulta terrible. Sobre todo porque se llega a ambas situaciones por voluntad propia, por empeñarse en hacer algo, y cito a Monterroso, “que de no ser hecho a nadie le importaría”. ¿El mejor momento? Cada función en donde la gente se rió con lo que representábamos en escena. Esa retroalimentación directa e inmediata gratifica enormemente y hace olvidar por unos instantes la cruda certidumbre expresada por Monterroso.

 

PP: Como profesional del humor, ¿se ríe fácil? ¿Con qué tipo de chistes?

LUIS FELIPE: Me río con todo tipo de humor. Disfruto en especial los juegos de palabras; los textos cargados de ironía; también el humor blanco, por serle ajeno la burla fácil que algunos dizque humoristas explotan para hacer reír; y el negro, por esa capacidad de provocar hilaridad cuando se debiera sentir temor, lástima o sentimientos parecidos. Un ejemplo clásico de esto último es el del hombre que ante el pelotón de fusilamiento exclama: “Podéis quitarme la hacienda, mis tierras, mi riqueza, incluso podéis quitarme las vida, como vais a hacer. Pero hay una cosa que no me podéis quitar… y es el miedo que tengo”. O la mamá hablando con su hija ciega: “si te vuelves a portar mal, te cambio los muebles de lugar”. Me gusta asimismo esa forma de hacer humor con noticias simuladas, muy recurrente en estos tiempos donde a veces se entreveran los límites entre realidad y ficción. En fin, lo único que le pido al humor es que apele a mi inteligencia y que sea anticanónico, no solo el sentido sacro de la palabra sino en lo concerniente a cuestionar los límites que la condición humana nos impone. Los “links” incorporados en esta y entrevista conducen a algunos textos periodísticos míos en los que abordo cuestiones referidas al humorismo y a otros en los que intento hacer uso del humor como recurso expresivo y mantener así ese status de “profesional del humor” que justifique esta entrevista, toda vez que en la red hay poco material al cual acudir respecto a mi época de escritor y de actor como integrante del grupo Nos y Otros.

 

PP: ¿Alguna anécdota relacionada con su profesión?

LUIS FELIPE: “Nos y Otros”, el grupo de humor al que pertenecí desde 1982 y hasta su separación en 1997 tenía en sketch llamado “Ventrílocuo”, en el cual mi amigo Jorge Fernández Era hacía del muñeco y yo de quien lo manejaba. Una vez, para ligar con dos muchachas, tuvimos que hacer el sketch para ellas solas, situación en la que un trovador hubiera recurrido a cantar una canción o un poeta a declamar unos versos. Eso es lo que un teórico de la cultura llamaría la función “lúbrica” del arte.

 

PP: ¿Con cuáles colegas se identifica?

LUIS FELIPE: En literatura con Mark Twain, Will Cuppy, Tom Sharpe, Roberto Fontanarrosa, Daniel Samper, Woody Allen... Más cercanos en tiempo y espacio con Eduardo del Llano y Enrique del Risco. En teatro con Monty Python (ver su presentación en el Hollywood Bowl), Les Luthiers y La Seña del Humor.

 

PP: ¿Qué me aconsejaría a mí como humorista?

LUIS FELIPE: Lo que una admiradora le dijo a Groucho Marx: “no se muera nunca”.