¿Cómo un docente puede estar siempre de buen humor a pesar de su profesión estresante? Primera Parte

Pepe Pelayo
Creador y estudioso de la teoría y la aplicación del humor.

Ante todo, véase como un todo; es decir, usted en el plano personal, en el familiar, en el social y en el laboral.

Entonces, en todos esos planos usted debe sentirse con un sólido y permanente estado de ánimo positivo, de buen talante, de buena disposición, lo que aquí llamaremos “estar de buen humor”.

Así, para aplicar con excelencia la Pedagogía del humor, es priorizado enfrentarse a su trabajo de educador estando del mejor “buen humor” posible.

Para ello aquí van estas recomendaciones, tanto para lo personal, lo familiar, lo social y lo laboral:

1) Escriba en un cuaderno, las anécdotas del presente o del pasado, especialmente en aquellas en que se haya sentido mal, tratar de verlas con perspectiva cómica, hasta conseguir reírse de usted mismo.

2) Comprométase a cumplir tres caprichos a la semana como mínimo. Para eso haga una lista de las cosas que le gusten muchísimo. Por ejemplo, que le den masajes, probar distintos tipos de chocolate, nadar, tirarse en sofá a leer un buen libro, trabajar en el jardín, ver comedias musicales, etcétera. Recuerde cuánto hace que no se da esos gustos y verá que es mucho tiempo. Entonces, como una dieta que le manda su nutricionista, o una tanda diaria de ejercicios que le aplica su fisiatra, usted debe hacer esas tareas de forma religiosa, aunque esté cómo esté de complicado(a), sin tiempo o así de cansado(a).

3) Hacer de cada comida en familia, cada reunión de amigos, un evento festivo. Puede crear invitaciones, disfrazarse y sin gastar más recursos de los que tenía pensado hacer.

4) En vez de ordenar a los hijos, sobrinos o a la familia en general que no hagan tanta bulla, aúlle como lobo, gruña como ogro. Ellos enseguida “entrarán en frecuencia” con sus intenciones.

5) Organice típicos juicios en familia, porque un hijo, sobrino, primo o nieto sacó menos nota, perdió un juguete, o lo que sea. Y altérnense los roles de abogado defensor, juez, fiscal.

6) Ver en familia películas por televisión es la oportunidad para armar un cine con oscuridad, linterna, cobro de entrada y otras iniciativas.

7) Invente “sorpresas” en la vida cotidiana familiar, con absurdos como: guardar un zapato en el refrigerador, colgar una escoba como lámpara y mil disparates más.

8) Las cosas alegres y que hacen que se ría y se sienta bien están ahí, frente a usted, pero no le presta atención. Por lo tanto, hay que desarrollar el poder de observación. Hay que detectar lo que de alegre, gozoso y encantador hay en nuestra vida con el objetivo de repetir con frecuencia la experiencia. Anote esos momentos: bromas, celebraciones, anécdotas humorísticas, sucesos cómicos. No es necesario que sea el protagonista directo.

9) Aprenda a vivir sintiendo, contemplando, sin razonar. Simplemente disfrute. Salga a la calle y disfrute con cosas sencillas: cómo le roza el aire, el olor a lluvia, el color de las plantas, el sabor de la comida, las texturas del suelo que pisa.

10) No se deje atrapar por la rutina. Sorpréndase en el diario vivir. Pregúntese “¿qué puedo pensar o hacer hoy que no haya pensado o hecho antes?” Así se mantendrá como una persona fresca, abierta, agradecida.

11) ¿Recuerda cuándo fue la última vez que hizo algo excéntrico, no planificado? Pues hay que hacer eso por lo menos una vez a la semana. Ejemplos: grabe algo fuera de lo común en el contestador del teléfono, póngale una música divertida al timbre del celular, vístase con un toque extraño como un zapato de un color y otro de otro. En fin, rompa su rutina.

12) Resérvese una hora al día. Alimente día a día su sentido de la diversión y el disfrute. Esa hora es solo para hacerse un cariñito. Reserve esa hora para ir a espectáculos humorísticos, ver un video o filme cómico, leer un libro gracioso, o simplemente juegue. Pero que esa hora se cumpla religiosamente.

13) No se junte con gente amargada, de esas que sólo ven el lado oscuro de las cosas (sólo cuando usted está con un firme estado de ánimo positivo, puede juntarse con esas personas con el objetivo de ayudarlas). Y tampoco esconda su alegría solo para usted. Compártela y disfrute como el ser social que es.

14) Haga un trabajo de investigación minucioso con su memoria, su álbum de fotos, entreviste a sus familiares y amigos de la infancia, con el objetivo de recordar lo más posible los buenos momentos de su niñez y además de pasar un buen rato rememorándolos, comprenderá lo que ha perdido y quizás hasta pueda reproducir ahora esos recuerdos.

15) Busque en su casa, o en la de algún familiar o amigo, un video, una foto, una cinta de audio, donde usted aparezca riendo o con actitud alegre, en cualquier época de su vida. Distánciese de lo primero que sienta. Póngale atención al sonido, al gesto, a la expresión. Analice ese momento y trate de entender qué hay detrás de todo eso. ¿Se ve que realmente gozaba? ¿Era sincero? ¿No se adaptaba a las circunstancias? Obsérvese como si fuera un extraño. Después saque conclusiones cuando junte cada respuesta que se dio para cada momento que investigó. ¿Hace falta que cambie? ¿Debe mejorar algo su vida para obtener más momentos de alegría y felicidad?

16) Primero, fíjese cuál es su perfil humorístico. Escúchese y véase a sí mismo durante unos días y observe qué es lo que le hace reír, lanzar una carcajada. Sea honesto(a) consigo mismo; no pretenda que le encanta una sofisticada farsa, cuando lo que le gusta es otra cosa menos prestigiosa. Ya teniendo el resultado, multiplique por mil eso que descubrió.

17) Utilice su anterior perfil cómico descubierto para construir una biblioteca humorística, un museo del humor, una videoteca, una ludoteca, una discoteca. Si es posible reserve un espacio en su dormitorio o lugar de trabajo y bautícelo como “El rincón del humor”, o algo así. Luego, cuando tenga que atender visitas, o entretener a sus familiares, pero sobre todo cuando la vida lo trate mal, no dude en hacerle una visita.

18) Pídale una ovación a sus familiares, amigos, o colegas en el trabajo, cada vez que se le queme la comida, se le pierda la llave, se le pasó la película que daban, borró lo escrito en el computador, o protagonice otra desgracia como las anteriores.

19) Invente malas palabras y grítelas cuando se golpee un dedo, se queme el paladar, y demás accidentes y malos momentos. Usted piense en el significado, pero dice un disparate. A su alrededor la gente reirá. Usted con ellos.

20) Haga todo distinto a la rutina de siempre: salga de la cama por los pies, camine hacia atrás por la acera…

21) Invente canciones y cante a todo pulmón, -ojalá lírico- contando sus problemas, o pidiendo un favor, o lo que sea que desee comunicar o “desahogar”.

22) Haga “apartes” cómicos. Si su hijo, sobrino o nieto, derrama leche en la alfombra nueva, mire en otra dirección y diga cosas como: "¿Lo quieren por esta semana con ustedes o se lo quieren llevar para siempre?", "¿Por eso mi tía se habrá quedado soltera?". Esto funciona también para las tontas discusiones.

23) ¿Su esposa o esposo, madre, tío, hijo, o abuela, es una persona obsesiva con la cocina y repite frases como: “el plato de hoy me puede salir mal”. Entonces usted dirá: “Si es eso así, nos vamos a comer afuera”. Lo aconsejable es que la familia se vista para salir y se sienten de esa manera a la mesa. Esa persona, así, verá mejor su problema.

24) Cuando se escuche repitiendo un problema, intente decir una frase disparate o un verso de canción después de decir el problema. Por ejemplo, cada vez que diga: “¡Mira esto, hijo, dejas toda la ropa regada, biriri bariri bú!”

25) Cumpla con las cosas literalmente: “Vengo a cobrar el agua”, le dice el empleado y usted va y le paga con una jarra de dos litros de agua. Otro ejemplo: “¿Desea algo más?, le puede preguntar un camarero. “Sí, una casa nueva, un jaguar, un yate”. O alguien le pregunta: “¿Recuerda cuál fue su peor momento en este trabajo?” “Sí, lo recuerdo”, solo le responderá usted.

26) Las cosas mejoran por sí solas. Instituya un día a la semana para resolver los problemas no urgentes ni graves de la familia, o entre los colegas de trabajo. Haga que todos en la casa o en el salón de profesores escriban en un cuaderno el problema para leerlo ese día fijado y resolverlo. La mayoría ya estará resuelto u olvidado cuando toque leerlo.

27) Mírese al espejo y observe un rasgo físico que no le guste e invente algo cómico y dígalo ese día. Después un rasgo de su personalidad que no le agrade e invente la gracia y riéguelo. A cada rato haga eso.

28) Reemplace los objetos que le depriman en su casa o lugar de trabajo y ponga otros que lo alegren, que lo inspiren. Por ejemplo, en la casa no cuelgue retratos de antepasados, héroes, santos, o cosas así, sino fotos de sus hijos riendo, de animales o de usted haciendo mueca.

29) Tenga mascotas y háblele como a niños chicos. Lo mismo puede hacer con plantas, con el computador y con lo que quiera.

30) Vea televisión, inventando asociaciones y cosas cómicas en los comerciales, en las teleseries, en los filmes. Es muy fácil burlarse ahí con sentido crítico.

31) Haga bromas como: el marido le reprocha que siempre le hace la misma comida. Pues al otro día cuando llega del trabajo, que se encuentre la mesa servida y en su puesto un plato con un coco y un martillo.

32) Imagínese al colega, al jefe de departamento, al vecino, al del banco, con peinados ridículos, como si fueran animales, extraterrestres, seres fantásticos.

Continúa en la Segunda Parte...

Copyright © Pepe Pelayo. Publicado en Humor Sapiens con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.